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CANTAOR. Antonio Reyes fue el primero en actuar. / LA VOZ
Cultura

Temporal de cante

Referentes de lujo en los cantes de Reyes y Moneo

ANTONIO CONDE
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Se despide la edición del XII Festival de Flamenco de Jerez en su ciclo de cante nocturno en la velada que daba comienzo la pasada noche del viernes con dos personajes que demostraron de qué pasta están hechos.

Despedida a lo grande del cante más puro. Cante Jondo. La bodega de Los Apóstoles echó el cierre de sus puertas y finalizaron las sesiones que allí se han celebrado a lo largo de estos últimos quince días. El privilegio y la responsabilidad recayó en el chiclanero Antonio Reyes y el archijerezano Manuel Moneo. Juventud versus experiencia de encontraron. Reyes, que estuvo custodiado por Antonio Higuero, ejerció el derecho de enfrentarse en primera instancia.

Con un eco muy particular que le permite hacer un recorrido melódico amplio, eligió decantarse por un repertorio sustancialmente caracolero. Zambras del genio sevillano, tangos y seguiriyas además de bulerías en su recital, fueron sus argumentos.

Patricia Valdés se echó al baile con la zambra Gitana Blanca por bulerías. Fandangos y vuelta de tuerca con otra zambra animada y aderezada por la bailaora y por la violinista Sophie Quarengui.

Y Jerez estuvo allí para rendirle honores. Un séquito de aficionados, familia y amigos del barrio de La Plazuela tuvieron la oportunidad de escuchar a uno de los referentes del cante más representativo de San Miguel. Manuel Moneo Lara, acompañado de Barullito en la sonanta, se encontraba a gusto y quiso servir en bandeja su raza.

El público le jaleó desde el comienzo, incluso antes de echarse pa'lante en la soleá, con un recorrido por Alcalá de un extremo a otro. Le gustó el paseo y se quedó. Matices mairenistas se recogieron en el camino.

Cante grande en la seguiriya en las que mostró su genio a fogonazos, propio de su condición, con ecos del injustamente olvidado Javier Molina en las manos de Barullito. Fandangos de Torre y aportaciones jerezanas en su entrega del cante que evidenció ciertos desafinos, característicos de ciertos cantaores, que se olvidan de medir el cante y se dejan enduendar, entregándose sin medida.

Bulerías por soleá escasa de contenido y bulerías de Jerez germinaron la esencia de La Plazuela en la voz inimitable de uno de los pilares del cante de la segunda mitad del siglo XX.