Cultura

oda a la danza

'Cum Laude' para la danza de Bajo, Aguilera y Velasco

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La danza española y el flamenco alcanzan la unión máxima cuando el que domina las dos artes los lleva expresión más exitosa. Tan iguales pero a la vez tan dispares los sabores que suscitan los momentos coreográficos de Mayte Bajo no dejan indiferente. Con palillos en casi todas sus piezas, se proyecta un baile que comunica la virtuosidad en el intercambio de figuras poéticas corporales jugando con las sombras.

La situación maestro-alumno del primer pase es interpretada en El Zorongo, elección de zapato para empezar una carrera sinfín. La rumba en un paso a dos traspasa las fronteras de la niñez para posicionarla en la adolescencia con puestas en la que exclusiviza el flamenco y la danza como razón de ser, amenizado con clásico español. EL vals instrumental conjuga a la perfección con el fandango donde se cruzan los lazos intimistas y se retoman los palillos que prestan su protagonismo sin enfatizarse. Tangos y soleá por bulerías son esencias del estadio por el que se pasa en la vida, llegando a su cénit en las alegrías que dotan de ilusión tras haber pasando por la angustia y la soledad de la seguiriya. La tierna y susurrada voz de María Besararte añade valor y calidez al telón musical en manos de Jose Luis Montón y su guitarra. Cristina Aguilera traduce su misticismo vital en danza heterodoxa y mimetizada.

Calidad

Y Fran Velasco, discreto, acentúa su condición de maestro en la soleá. Momentos de excepcional calidad y creatividad que dominan la caja escénica.

La puesta de largo final se convierte en el culmen llevado a la enésima potencia.

La Sala Compañía echa su telón rojo y pliega sus butacas hasta el curso que viene, dejando un sabor que contrasta con la efímera acogida que ha recibido. El público no siempre conoce y acepta estas disciplinas artísticas que caminan hacia el sendero de lo creíble.