Mañana será otro día
Los místicos acertaron a ver en cada día un resumen completo de la existencia. Los poetas, que son de ese bosque, se conformaban con pedir uno para cuando se acabaran todos. La vida es una variable y caprichosa procesión de días, pero que nadie se equivoque hasta el punto de creer que nada será sustancialmente distinto cuando se recuenten los peces de papel en la clausurada piscina de las urnas. El Banco Central Europeo ha decidido mantener en el 4 por ciento el precio oficial del dinero en la zona euro. Su presidente, Jean Claude Trichet, ha augurado «fuertes presiones el alza sobre la inflación». ¿Dónde se quedan los más emotivos discursos y los más vehementes mítines ante la gélida elocuencia de las cifras? El euro y el petróleo son los más brillantes oradores de nuestro tiempo.
Actualizado: GuardarEstá bien estar convencido de lo que nos conviene y también está bien haber dudado, pero lo mejor es que nos pregunten. Un servidor de ustedes no tuvo ese privilegio hasta los cincuenta años. Nadie expresó la menor curiosidad de interrogarme acerca de lo que me parecía mejor o menos pésimo.
Quiero decir con esto que me prohibieron incluso el derecho a equivocarme, que forma parte del repertorio de las libertades humanas. También el de dudar. «Buena almohada la duda, para una cabeza bien equilibrada», dice Montaigne. La duda suspende el ánimo y produce desasosiego, pero conduce al análisis. (Un discípulo de Ortega, al que traté mucho en su exilio interior, me contó algo que no he visto incluido en las obras completas, quizás porque lo dijo en una conversación privada, o porque no se atrevió a formularlo.
Se hablaba del cardenal Segura. «Si será bruto ese cardenal, que jamás ha dudado de la existencia de Dios»). Bienaventurados los que dudan, los que están segurísimos y los que no votan, porque están hartos.