EN LA AVENIDA. Imagen de la protesta de ayer. / ÓSCAR CHAMORRO
Ciudadanos

La sexta huelga general de Comes deja sin autobús a 18.000 viajeros

Cerca de 200 trabajadores y allegados se manifiestan para reclamar un nuevo convenio colectivo y cortan la Avenida Empresa y sindicatos podrían negociar la semana próxima

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Faltaban cinco minutos para las dos y media de la tarde. Carmen y media docena de amigas, todas ellas de Conil, se revuelven frente a unos andenes casi vacíos. Les han dicho que no saben si su autobús saldrá. «Y por la huelga ésta de Comes es el último del día, con lo que no sabemos qué haremos si nos quedamos tiradas». Se encoge de hombros, sonríe y aclara: «Pero no me parece mal que se manifiesten, porque si lo hacen es por algo, ¿eh?». Para entonces, faltaban cuatro minutos para las dos y media.

Como Carmen, y según estimaciones de recaudación pertenecientes a otros viernes similares, unos 18.000 viajeros no se subieron ayer a un autobús de Transportes Generales Comes en el décimo octavo día de huelga que los trabajadores de la compañía llevan a cabo desde el mes de diciembre. Lo de ayer era especial, dado que era el sexto paro general, es decir, 24 horas sin vehículos de color verde excepto esa cuarta parte que deben proporcionar los servicios mínimos, según la ley.

Había más razones que hacían que el día fuese distinto. Otra fue la manifestación de trabajadores y familiares que volvieron a cruzar las principales calles de la capital: desde la Avenida hasta la sede de Comes, pasando por la sede de los sindicatos, las Puerta de Tierra y el Ayuntamiento.

Antes y ahora

Esta vez hubo menos apoyo y cerca de 200 personas se sumaron a la protesta (en la primera movilización se congregaron unas 300 personas, lo que supone una cifra más que significativa en una empresa con una plantilla de unos 260 trabajadores). Del mismo modo, y a diferencia de la manifestación del 1 de febrero, no se produjo incidente alguno ni antes (no hubo corte del Carranza ni fogatas a la salida de cocheras ni lunas rotas entre autobuses de la empresa o de las líneas urbanas, como sucedió en el primer día de movilización) ni durante (no se lanzaron huevos contra los vehículos ni contra la sede de Comes) ni después. Sólo una marcha pacífica con gritos contra la empresa y contra el Gobierno (había que aprovechar que sólo faltaba un par de días para las elecciones generales y autonómicas).

Tanta quietud quizás encuentre su explicación en que ahora no se ha roto del todo la negociación y ambas partes la retomarán la semana que viene casi con toda seguridad. Eso sí, la empresa está muy enfadada «porque pudieron evitar la huelga y la protesta y ahorrarle ese coste a la empresa, que también es de ellos... pero no podían dejar escapar un día tan mediático como era el de ayer», subrayó Julio Álvarez, gerente de la compañía. El tono del responsable económico de Comes ha variado ligeramente desde aquel 1 de febrero. Ahora apela a la responsabilidad de los empleados, «porque si se cargan la empresa se cargan su puesto de trabajo», y considera que se hizo un «esfuerzo muy grande en la reunión del jueves que al menos se merecía un gesto por parte de los sindicatos retirando la huelga».

Para los trabajadores, «la empresa se cerró en banda justo en el último momento, no sé con qué intención», indica Antonio Obregón, portavoz del comité. Álvarez, desde la trinchera opuesta califica ese último escollo como «una concesión total, y eso no lo podemos aceptar». La dirección aprovechó la jornada de protesta sindical para advertir de que «muchos trabajadores ya están cansados con esta situación». Los aludidos responden que sí, pero que no cejarán en su posición. «Ni un paso atrás, esta guerra la vamos a ganar», coreaban.

Muy cerca del grito de batalla, y pasados unos minutos de las dos y media, Carmen y sus amigas se montaban en un autobús casi en marcha que no era el suyo (era un servicio discrecional de transporte escolar) pero que iba igualmente a Conil. Algo es algo.

amedina@lavozdigital.es