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El fin de los jartibles

LA GLORIETA Bueno, parece que la campaña electoral acaba y toca decidir por fin quién nos gobernará durante los próximos cuatro años. Finalizan las jornadas interminables para candidatos, periodistas y gentes que quieren oir, ver o escuchar otras cosas en los medios además de las promesas, proyectos que a lo mejó y con un poco de fortuna verán nuestros nietos. La suerte está echada, tanto para la niña de Rajoy como para el alegato de libertad de George Clooney. La palabrería y los insulsos debates dan paso a la voz popular. La crispación y el forcejeo tendrán ahora cabida en el púlpito del Congreso y cada uno otra vez a lo suyo. Regresarán a las tertulias de café que si Schuster merece la eliminación de la Champions por su carácter teutón («Siempre negatifo» también tiene su clon en este orgulloso alemán) o si el precio del pan y la leche están por la estratosfera. Por cierto, dentro de poco será más barato llenar nuestro automóvil con el producto lácteo. Eso sí, cortar el café con un poco de gasolfa será un lujo sólo para adictos cafeinómanos.

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Los comentarios sobre el padre de la niña darán paso a los de la lesión de Messi. Vaya jartura, Pepiño, nos habéis dado. Ya sé que son las ataduras de la diosa Democracia, pero el otro día me salió en la sopa de letras dos «p» juntas y casi me da un sarpullido. Y no por Acebes, precisamente, al que parece que le están saliendo constantemente canas (y eso que no ha colaborado mucho estos días en el partido). Incluso he soñado que a mi hijo le han crecido los pelos en las cejas como un exabrupto con fforma de ZP.

La campaña electoral tiene estas cosas. Son necesarias pero estamos, todos, deseando que acaben de una vez.