TRIBUNA

Decisiones domésticas de inversiones y gastos

La ciencia económica presupone el siguiente axioma "los recursos económicos son limitados". La curva de demanda de un bien refleja la disposición de los consumidores a pagar por él, de tal modo que cuando sube su precio disminuye la cantidad demandada. Las decisiones que subyacen en relación con la curva de demanda inspiran la teoría de la elección del consumidor, de igual forma que la teoría de la empresa competitiva nos permite comprender el funcionamiento de la oferta, que está estrechamente relacionada con los costes de producción de las empresas.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Una economía cualquiera consiste en un grupo de personas que se interrelacionan en su quehacer diario. Las conductas personales predisponen la toma de decisiones que se sustentan en los siguientes principios: 1º Los individuos se enfrentan a disyuntivas, para conseguir una cosa debemos renunciar a otra. 2º El coste de una cosa es aquello a lo que se renuncia para conseguirla. 3º Las personas racionales piensan en términos marginales. Es decir, cuando almorzamos no solemos elegir entre una opípara comida o el ayuno, sino en tomar unas cucharadas más o menos. 4º Los individuos responden a los incentivos, o sea, los individuos toman decisiones comparando los costes y los beneficios, su conducta puede cambiar cuando varían éstas dos magnitudes. Así, ante la subida del melón, la decisión puede ser comer sandías. Los poderes públicos deben ser conscientes de éste principio, ya que muchas de las medidas políticas en general y de política económica en particular tomadas, alteran los costes o los beneficios a los que se enfrentan los individuos y por lo tanto su conducta. La cuestión es comprender como y por qué elige un consumidor. Dos son los elementos necesarios para el análisis, la restricción presupuestaria del consumidor y sus preferencias. El óptimo del consumidor refleja la maximización de su utilidad, o lo que es lo mismo, la valoración que el consumidor hace de los bienes es igual a la valoración del mercado, de tal forma que los precios de mercado de los diferentes bienes reflejan el valor que asignan los consumidores a esos bienes.

Las decisiones de los consumidores españoles se adecuan al esquema prefijado como no podía ser de otra manera. La subida de los precios se ha convertido en una de las principales preocupaciones de los españoles. El IPC ha cerrado diciembre con la tasa interanual más alta de los últimos años (4,3%). Es un índice estadístico reflejo de las auténticas dificultades que sufren muchas familias españolas. Sin embargo, no es indicativo del encarecimiento habido en la mayoría de los productos de primera necesidad, con tasas de crecimiento de sus precios que superan los dos dígitos. El ín-dice de confianza de los consumidores que se encuentra en mínimos históricos, fundamenta el recorte familiar de gastos. A ello hay que añadir el comienzo de año con subidas generalizadas de las tarifas de suministros de servicios básicos (agua, electricidad, gas y transportes) por encima del índice de inflación, de igual forma la subida de precios en los productos de primera necesidad que componen la cesta de la compra.

El endeudamiento de las familias creció un 12,7% en 2007, siendo la cifra de endeudamiento en términos absolutos de 900.000 millones de euros, de los que 650.000 millones corresponden a la compra de viviendas. El endeudamiento total doméstico supera hoy el 125% de la renta disponible.

Decíamos que el IPC no refleja la pérdida de poder adquisitivo de nuestra moneda. Se observa que las personas que perciben rentas monetarias o aquellas que han mantenido su patrimonio en activos monetarios se han empobrecido. Se produce una paradoja, los tenedores de este tipo de rentas no han visto muy reducido su capacidad de compra en lo que se refiere un gran número de productos de consumo de carácter más o menos duraderos. Pero en relación con los llamados bienes de primera necesidad o la adquisición de la vivienda, la capacidad de compra se ha visto mermada de forma importante, exigiendo ello recomponer el destino doméstico de la renta disponible. Con este panorama la renta disponible que no se agota en sobrevivir pasa en la actual coyuntura a considerar las siguientes opciones.

La Bolsa cae en lo que va de año un 13%. Los inversores no ganan para sustos pero no se resignan a estarse quietos. La recomendación ante esta situación es que cuando no se sabe que hacer a ciencia cierta, lo mejor es no hacer nada y esperar. Veinte compañías rondan mínimos de cotización, la recomendación ahora pasa por seleccionar aquellas con mayor potencial e invertir con miras en el medio y largo plazo.

Las materias primas se encuentran en máximos históricos, igual que el oro y otros metales preciosos, considerados valores refugios ante presiones inflacionistas. Mientras la Bolsa baja el 13%, en igual período el oro sube el 7%. En 2007 se observó una fuga de productos de inversión colectivos (fondos de inversión) hacia productos bancarios de corte clásico. A pesar de ello, la inversión en fondos ha pasado de representar el 0,4% del ahorro español en 1995 al 11,5% en 2007. Los gestores de carteras adoptan una menor exposición a la renta variable, lo que les protege ante un eventual desplome de la Bolsa. En lo que va de 2008, la bajada del 13% del índice IBEX se ha contrarrestado con la cesión del 3,8% de éstos fondos.

En el corto plazo la renta fija es refugio de inversores. La crisis "sub primes" ha disparado la contratación de derivados, debido a la desconfianza de los inversores en la Bolsa. Tendencia que no sólo se observa en España sino en todo el mundo.

Los más ricos optan por nuevas vías de inversión ante la crisis inmobiliaria y las dudas ciertas y racionales sobre los mercados financieros. Éstas se centran en el capital riesgo, las empresas no cotizadas y las energías renovables.

La moderación de la renta disponible, incluso su caída, reduce la tasa de ahorro de las familias a pesar de la contención e incluso reducción del consumo. Ello es debido al endeudamiento familiar por la compra de una vivienda.

Ante ésta tesitura quien gobierne próximamente deberá restringir el gasto público y reducir la presión fiscal para que aumente la renta disponible familiar, reequilibrando las economías domésticas.