CANDIDATO. El presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, en un momento de la entrevista celebrada ayer. / VICENS VIVES
ESPAÑA

«Cuatro años más con Zapatero supondría jugar con fuego»

«Esta legislatura hemos perdido todas las encuestas, pero ganamos las municipales» «Creo que se puede recuperar el consenso en la lucha contra ETA»

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Mariano Rajoy cree que ha engordado un poco en los últimos día de campaña. «La ansiedad. A veces comes demasiado». Este miércoles, en Gerona, respondía a esta entrevista mientras su pequeño grupo de asesores -entre los que se encuentra el ex ministro José María Michavila- le facilitaban datos de última hora como que «Obama también ha citado a una niña». El aspirante, relajado, amable y con una sonrisa suave, está al tanto de la lesión de Messi en el partido del Barca contra el Celtic y de las portadas de periódicos catalanes. Al hablar de encuestas, comenta los datos como un alquimista que revisara una fórmula magistral. «No contemplo otra posibilidad que el éxito», asegura.



¿Cree que hay plazo suficiente para dar vuelta a la ventaja que las en-cuestas otorgan a los socialistas?

A lo largo de esta legislatura hemos perdido todas las encuestas. Sólo hemos ganado una. Y fue la única vez en la que todos los españoles fueron convocados a las urnas. En mayo del año pasado el PP ganó las elecciones municipales. Por lo tanto, yo estoy muy animado.

¿Y cree que su discurso está consiguiendo hacer mella en los indecisos?

Siempre hay indecisos y es imposible saber cuántos son. El voto del PP es muy fiel y el del Partido Socialista lo es menos. En las elecciones del 2004, los socialistas recogieron apoyos de muchas personas cuyo único objetivo era que, como consecuencia de lo de Irak, el PP dejara el Gobierno. Pero lo que yo digo a todas esas personas es que cuatro años más del señor Rodríguez Zapatero suponen jugar con fuego en temas como la economía o la inmigración. Y hay muchas dudas sobre su concepto de España. Y les estoy diciendo a los indecisos que el PP genera seguridad y es un partido previsible. La elección no es entre derecha o izquierda sino entre un Gobierno que dé seguridad y no actúe a golpe de ocurrencias. Y que tenga la voluntad de gobernar para todos.

«Sabemos gobernar»

¿Hay recetas para quitar el miedo a la derecha?

La estrategia del PSOE no es nueva, aunque ahora se ha extremado. Recordará que en 1996, después de unos gobiernos de González que estuvieron salpicados por una serie de acontecimientos -se acuñó el lema de paro, despilfarro y corrupción- el único gran argumento que pudieron esgrimir los socialistas fue el del doberman. Esta es la misma estrategia que se está utilizando ahora. El PSOE no hace balance de su gestión, que no lo tiene fácil, ni hace planteamientos de futuro. Únicamente dice: vótame a mí para que no gane el PP. Por contra, mi estrategia es decir: nosotros sabemos gobernar, allí donde hacemos las cosas van bien, ya lo hicimos en el pasado y me comprometo a no dividir y a gobernar para todos.

¿Cambiaría algo del debate del pasado lunes?

No debería haber entrado en el tema de Irak y el 11-M. No creo que me haya perjudicado, porque todo el mundo conoce cuáles son las posiciones. La gente lo que quiere es mirar hacia adelante y no le gusta que se vuelva a utilizar este asunto. Pero es verdad que me quitó tiempo para hablar de otras cosas.

¿Una campaña tan centrada en señalar los errores del contrario le está permitiendo concretar todas sus propuestas?

Yo tengo que señalar los errores del contrario porque soy el aspirante. Pero creo que nosotros somos los que hemos hecho propuestas. He hecho un programa económico, he dicho lo que iba a hacer con el impuesto de la renta; lo que iba a hacer con el impuesto de sociedades; he hecho una apuesta clara en educación y he dicho lo que iba a hacer con las pensiones. Y he hablado de un gran objetivo. Hoy en España trabajan doce millones de hombres y ocho millones de mujeres y muchas de ellas no trabajan fuera de casa, no porque no quieran, sino porque no pueden. Voy a hacer un gran esfuerzo en materia de conciliación laboral. Creo que he presentado un programa en política exterior, en la línea de lo que hacen Merkel y Sarkozy.

La Ley Electoral

¿Es posible recuperar los grandes consensos con Zapatero?

Ese tema es capital. Un país no puede vivir sin que sus habitantes estén de acuerdo en cuatro o cinco temas que son las reglas del juego. Es lo que se llamó el espíritu de la Transición. Eso se respetó hasta que llegó Zapatero. Y España no puede ser la consecuencia del pacto de un partido nacional y un partido nacionalista, por importante que sea. España tiene que ser la consecuencia de un pacto entre la mayoría de españoles y luego hay que intentar sumar al mayor número posible de partidos. La política exterior tiene que estar acordada y la política antiterrorista también. Lo estuvo y desgraciadamente se ha roto. Y hay un tema que me parece capital. Tenemos un buen modelo de sanidad y un buen modelo de pensiones, pero hay que pensar en el medio plazo. En los últimos cuatro años el Pacto de Toledo no ha sido convocado. En esos temas es preciso un acuerdo de los grandes partidos nacionales.

¿Pero ese pacto es posible con Zapatero?

Esta legislatura no ha sido posible. En el futuro es obligado. No podemos seguir así mucho tiempo.

El consenso sería para los temas que acaba citar o ...

Es España, es política exterior y consolidación del modelo de sanidad y del modelo de pensiones. Dicho esto se puede hablar de muchas más cosas. Pero eso es imprescindible.

¿También de reformas de la Ley Electoral?

Es imprescindible reformar la ley de las elecciones locales. No puede ser que personas que se han quedado a un escaño de la mayoría absoluta al final vean como la unión de tres o cuatro fuerzas políticas -vulnerando lo que es la voluntad de la gente- les deja fuera de la representación que se merecen. Con respecto a la Ley Electoral General me gustaría decir otra cosa. Yo lo que haré será encargar un informe a un grupo de expertos, les daré un año de plazo y lo llevaré al Congreso. No como Ley, sino como informe para que se debata. Y en este tema el acuerdo con el PSOE es imprescindible. No me gusta imponer las leyes electorales por mayorías.

¿Y en el caso de que pierda, mantendría esta apuesta por los consensos?

Siempre. Llevo algunas propuestas en mi programa que considero interesantes. Por ejemplo: los estatutos de autonomía sólo se podrán aprobar en las Cortes Generales con el apoyo de dos tercios. Fíjese que para elegir consejeros de RTVE se exigen tres quintos pero para aprobar un estatuto en el Parlamento basta con la mayoría absoluta. El plan Ibarretxe podría haberse aprobado por mayoría absoluta. Bastaban 176 votos. Y estamos hablando de un plan que reconocía el derecho de autodeterminación y lo ejercía. Por eso yo propongo que los consensos se fuercen. Y hago otra propuesta que es importante: todo los temas judiciales -leyes sobre el Consejo General del Poder Judicial, sobre el Supremo o el Constitucional- debe requerir de tres quintos.

Si necesita el voto de los nacionalistas para gobernar, ¿alcanzaría pactos con ellos?

Si el señor Rodríguez Zapatero cumple su palabra y yo ganase las elecciones, en ese caso yo gobernaría. Él dijo que no formaría Gobierno si no vencía. Yo buscaría consensos con el PSOE y hablaría con todos aquellos partidos que compartiesen mi modelo de sociedad. Si hay voluntad de llegar a un acuerdo hablaríamos de economía, de inmigración, de pensiones. Pero lo que no puedo hacer de ninguna manera es vulnerar la Constitución. En la Transición se hizo una cosa que era razonable y hoy Madrid, lo que llamamos Estado central, no gestiona más que el 20% del gasto público del total español. El nivel de descentralización de España es el más grande de Europa.

¿Para gobernar con los nacionalistas estaría dispuesto a retirar el recurso de inconstitucionalidad contra el Estatuto de Cataluña?

No. Yo creo que los catalanes quieren un Estatut que sea constitucional. Y hay siete recursos, no sólo el nuestro. El del Defensor del Pueblo y el de algunas otras comunidades autónomas. Si yo retirase el recurso por una razón de esas características, mi credibilidad y fiabilidad como presidente del Gobierno serían cero. Tengo muy claro que no lo voy a retirar y quiero dejarlo claro antes de que se celebren las elecciones.

Lucha antiterrorista

¿Qué haría si cuando llega a la presidencia del Gobierno ETA le ofrece una tregua?

Lo mismo que hicimos en 1998. Decirle a los españoles: ETA nos ofrece una tregua. Hablaremos con el resto de los partidos y luego con ETA para decirle que no hay nada que hacer en el terreno de la política. La política la hacen los partidos y los ciudadanos, con el discurso y con el voto. Los terroristas pretenden hacer política matando. Y si negocias políticamente con ellos, estás convirtiendo el asesinato en un instrumento hábil para hacer política. Y esto es inaceptable. La idea del pacto que firmamos el PP y el PSOE era transmitir a los terroristas un mensaje muy claro: 'gobierne quien gobierne en España nunca se negociará de política con ustedes. Pierdan toda esperanza, porque esta batalla no la van a ganar'. El drama fue que Zapatero rompió el pacto y se dedicó a negociar políticamente con ETA. Hemos perdido cuatro años.

¿Cree que se puede recuperar el consenso antiterrorista?

Sí, por supuesto. Estos cuatro años han sido un paréntesis en la historia de los últimos treinta años.

El diálogo con la banda ha abierto una profunda brecha entre el Gobierno y los partidos, entre las propias víctimas... ¿Tiene arreglo?

Eso se arregla hablando con buena voluntad, con las ideas claras y no engañando. La gente puede pensar que yo exagero, pero es que Zapatero no sólo me mintió a mí, como jefe de la oposición, sino que mintió a todo el mundo. A mí me tacharon de ingenuo por creerle. Pero es que si yo voy a ver al presidente del Gobierno para tratar de la lucha contra el terrorismo, pienso que me va a decir la verdad. Pues, me mintió, como también mintió al resto de los partidos con el Estatuto de Cataluña. Un presidente de Gobierno puede equivocarse, puede tener ideas que no le gustan a la gente, puede meter la pata, pero tiene que tener credibilidad. La gente tiene que saber que su palabra va a misa, que es creíble. A mí Zapatero no me genera ninguna fiabilidad.

¿Se puede mejorar la Educación bajando los impuestos?

No sólo la Educación, sino todas las políticas sociales. Nosotros bajamos los impuestos en 1998 y en 2002. La primera vez fue la más fuerte, y al año siguiente mantuvimos la recaudación. Pero, en 1999 subió un 13% y en 2000 un 11%. Creo que el dinero está mejor en manos de los contribuyentes que del Estado. Cuando bajas los impuestos se reactiva la economía, se crea mucho empleo y hay mucha más gente contribuyendo, con lo que se aumenta la recaudación. En Inglaterra, hace muchos años, había un tipo máximo del 80% y lo bajaron de golpe al 40%. Bueno, pues aumentó la recaudación. La gente tiene que ver que el Gobierno genera credibilidad y confianza. Eso es lo que mueve un país. Se ha demostrado que las bajadas de impuestos son buenas.

Educación de la ciudadanía

¿Qué reflexión le merece la reciente sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía que permite objetar en la clase de educación para la ciudadanía?

Me ha parecido un triunfo de las personas y de los que hemos defendido esta posición. Le voy a decir una cosa con absoluta franqueza. Todos en la vida tenemos nuestras prioridades, pero lo que más nos importa son nuestros hijos. Eso no es un acto de voluntad. Es un sentimiento inevitable. Y si hay algún derecho fundamental que tiene la gente es el derecho a elegir cómo quiere que se eduque a sus hijos. No hay ninguna Administración que pueda suplantar a los padres en una decisión tan importante.

Con respecto a la defensa del castellano, ¿cómo se defiende una ley que garantice su enseñanza en todo España si las competencias están transferidas a las autonomías?

Las competencias transferidas son las de gestión. Es necesario reconocer como un derecho fundamental la libertad los padres para elegir la educación de sus hijos. Somos el único país del mundo en el que un niño no puede estudiar en su lengua materna. Imagínese que en Francia un niño no pudiera estudiar en francés. Es una cosa de ciencia ficción. En esta cuestión, hay que plantear batalla, porque aquí, a base de no dar importancia a cosas que sí la tienen, podemos acabar generando un problema mucho más grande en el medio y el largo plazo.