OPINIÓN

Doblo mi apuesta

Hay una frase que me encanta y que la vida me ha enseñado que es muy útil ponerla en práctica. No me pregunten si es leyenda, proverbio o moraleja o si es china, árabe o hindú porque ni lo sé ni me voy a molestar en mirarlo. Me importa el contenido, no la procedencia. «Ayúdame cuando menos me lo merezca que será cuando más lo necesite».

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Llevo varios meses defendiendo desde esta columna la apuesta que se realizó por Calderón, alabando el acierto que supuso hacerle un contrato largo a la inglesa y, últimamente, postulándome a favor de su continuidad de cara a la próxima temporada. Aunque los resultados no sean los esperados, aunque el ascenso sea utópico, aunque la gente esté empezando a tirarle con bala, confío en que será el entrenador que lleve al equipo a primera en junio de 2009 y lo digo en el peor momento.

Llevo dos días dándole palos radiofónicamente por las ya famosas declaraciones en las que decía que no sería un fracaso pelear por la permanencia. Y no quiero mentir, tenía ya escrita una columna en la que seguía con los palos, lo iba a acusar de falta de ambición, de haber traicionado mi confianza y mi apuesta por él.

Pero lo he pensado mejor. Creo que una frase no puede cargarse la confianza que durante meses has depositado en un entrenador. Quince segundos de declaraciones no pueden hacerme cambiar de opinión. Sería como si una palabra que no quieres decir en una discusión o una frase que se te escapa se cargasen una relación con la mujer que amas. Quizás cuando estaba a punto de meter la pata del todo, me he dado cuenta de lo absurdos que podemos llegar a resultar a veces las personas y, por supuesto, los periodistas. Calderón se equivocó. Y gravemente. Pero todo el mundo tiene derecho a equivocarse. Y no me consideraría buena persona ni buen periodista si lo crucifico por eso.

Hoy he decidido doblar mi apuesta por Calderón. Me lo juego a doble o nada. Al principio, cuando ni le conocía ni le había visto trabajar, creí a ciegas en dos grandes conocedores de fútbol (además de grandes amigos) para apostar por él. Ahora con conocimiento de causa, veo que estaban en lo cierto y que nuestra común apuesta por Calderón es la mejor para el Cádiz. Como decía José María García, el tiempo dará y quitará razones. Espero que el día que Calderón nos lleve a primera no me sienta mal por haber dudado de la apuesta que realicé.