Sin complejos
De las pocas cosas claras que nos ha dejado esta campaña electoral se deduce que la niña de Rajoy no nacerá en Cádiz. Resulta obvio que para tan altos designios -heraldo de libertad- no se puede escoger una cuna tan baja. No nacerá la niña de Rajoy en Cádiz porque ni tendría vivienda, ni padres con trabajo, ni podría recibir una educación maravillosa -porque aquí, ya lo saben, criamos pequeños analfabetos- ni obtendría un título profesional altamente cotizado ni se pasearía por el mundo sin complejos.
Actualizado:No, la niña de Rajoy no puede nacer un en una ciudad que encabeza las listas del paro, de la infravivienda, del subsidio, del escaqueo y donde el nivel educativo es tan bajo que casi ni se nota. No podría nacer en una ciudad que muere por el carnaval y vive por una horquilla, que empapela sus miserias con carteles de Semana Santa y que pasea su vulgaridad vestida de amarillo.
Una ciudad a la que no le importa que el único parque, el único espacio verde del casco antiguo, parezca un refugio de albanokosovares, que no tenga toboganes, que los columpios exijan estar vacunado del tétanos, que la mayoría de los juegos para niños sean de pago, que esté lleno de gatos hambrientos, que las familias desalojadas de la plaza Mina hagan botellón alegremente, que las fuentes estén llenas de desperdicios, que los bancos estén asentados sobre bloques de cemento, que el teatro en ruinas presente un estado de insalubridad alarmante, que el jardín botánico parezca un pulguero, que la cascada sea el túnel del terror, que el albero se haya marchado dejando un pavimento deplorable Y así podría seguir enumerando el estado del parque Genovés, por no hablar de la Alameda, de la plaza Mina, de Candelaria, de Canalejas
No, definitivamente la niña de Rajoy no nacerá en Cádiz, pero los míos sí. Y esto, qué quieren que les diga, ya no me parece tan divertido.