El gaditano David Palomar salta por fin a la primera línea del cante flamenco
Será porque sabe lo que es sentarse detrás, acompañando el baile de grandes como Javier Barón, ahora disfruta de la primera línea del cante flamenco con una humildad de enciclopedia, como si las cosas que le pasan a David Palomar no fueran del todo responsabilidad de David Palomar, sino fruto de una extraña conjunción de elementos que a él mismo se le escapan. Esa sencillez, además de ser un rara avis en este mundo tan pródigo en fanfarrias y charangas, es una cualidad indiscutible a la hora de afrontar tertulias y debates que, por regla general, están en manos de gente sin el más mínimo reparo a la hora de autohalagarse, aunque sea disimuladamente, aprovechando que pasaban por allí.
Actualizado: GuardarEl cantaor, con un desparpajo impresionante, ofreció ayer una lección de maestría destinada a todos aquellos que aspiran a vivir de algo que «garantiza satisfacción de vez en cuando, pero después de pasar fatiguitas». Las mismas que reconoció estar sufriendo para poner en pie su primer disco, Trimilenaria, «un homenaje a Cádiz que anda en estudio y que me está costando un montón, aunque el resultado quedará precioso». A Palomar, los espontáneos de San Ginés le vieron cara de tío sincero, y se lanzaron a por la presa sin miramientos. ¿Qué tal es cantar como solista después de tanto tiempo acompañando bailaores y bailaoras?, se atrevió uno. «Cantar detrás es imprescindible para ponerte las pilas; te obliga a dejar a un lado tu abanico habitual de cantes y a tocar todos los palos. Es una escuela a la que no se debería renunciar».