'360 grados'
Una vez a la semana, en la medianoche, Antena 3 ofrece un buen programa de debate: 360 grados. Lo conduce Roberto Arce y ha dejado algunas discusiones realmente interesantes; también episodios siniestros, como la presión de una responsable de prensa del PSOE y la reacción airada de Arce. «No voy a tolerar que el PSOE controle mi programa», dijo a tal volumen que se oyó fuera del plató. Antena 3 ha apostado por el programa pese a los malos resultados de audiencia; y merece elogio, porque un espacio así no se ha de juzgar por su share. Ahora bien, 360 grados padece un problema que empobrece bastante su balance: las personas escogidas para discutir se alinean de una manera tan nítida con los partidos que todo lo que van a decir es previsible, y sus argumentos son de un raquitismo desolador, propios de la retórica mitinera.
Actualizado: GuardarNo es un problema exclusivo de 360 grados. La inmensa mayoría de las tertulias políticas responde al mismo patrón: contertuliosque creen que su papel es hablar como si su función consistiera en hacer Gobierno o en hacer oposición. El resultado es el hastío de la vida pública o, aún peor, la movilización en torno a eslóganes. ¿Tan difícil es debatir en un registro distinto al de la oposición entre partidos?
En Espejo público he visto a Raúl del Pozo, Juan Pedro Valentín y Miguel Ángel Rodríguez. Fue un buen ejemplo de tertulia entre periodistas significados, cuya orientación ideológica nadie ignora, pero cuyos argumentos, en general, no son los que emanan de los partidos. Esto sería lo idóneo. El problema no está en que a los periodistas se les vea el plumero; al contrario, la democracia sirve, entre otras cosas, para que uno pueda ir por la calle con el plumero bien visible sin que eso le complique la vida. El problema, digo, está en que ese plumero sea más bien una camiseta con las siglas de un partido, y aquí lo malo no es lo que eso signifique en cuanto a compromiso ideológico, sino lo que presupone como merma de la independencia de juicio y, por consiguiente, como empobrecimiento del debate público. En ese sentido, 360 grados es ejemplo de un mal generalizado.