Más formalidad
Con unos oponentes que optaron por transmitir una imagen más formal que hace siete días, el plató fue el gran innovador de este segundo debate, aunque curiosamente sin la introducción de sustanciales modificaciones. La cuidada escenografía, basada en unos tonos grises plateados, intentó situar al espectador en un ambiente suave y homogéneo y trasladar una atmósfera relajante y nada agresiva. Con un solo objetivo: no molestar ni despistar a ninguno de los candidatos. Les ayudaron los tonos violáceos. Sólo un detalle relacionado con la ubicación llamó la atención. Rajoy se situó esta vez a la izquierda de los espectadores y Zapatero ocupó el ala derecha. Ambos evitaron caer en el error de los gestos extraños ni desviar la mirada. Lo tuvieron relativamente fácil. Unos cronógrafos situados estratégicamente debajo de una mesa de cristal que escapaba al control de los espectadores permitía a los candidatos controlar sus tiempos.
Actualizado: GuardarFue lo más relevante de unos candidatos que decidieron aparcar las novedades. Cambios, los mínimos, debieron pensar. Ambos optaron por formalizar su look. Aunque dentro de las mínimas diferencias, subyacieron ligeros matices. Para empezar, Rajoy prescindió del reloj del lunes pasado, un cronógrafo poderoso y deportivo. Sólo se distinguió por su alianza. Curiosamente la única joya que exhibieron los políticos socialista y conservador. Ambos eliminaron los gemelos. Rajoy fue fiel a su estética. Exhibió un terno azul, que acompañó de una camisa del mismo color en tonos claros y rescató la misma corbata que le acompañó en el anterior debate y en el programa 'Tengo una pregunta para usted'. El traje de raya diplomática, muy sutil, le confirió un toque más estiloso.
Zapatero formalizó su imagen. Con un traje gris oscuro combinada con una camisa azul clara, se apoyó en una elegante corbata a rayas, en estampaciones blancas nacaradas y azules oscuros muy bien elegidas. Del mismo modo que unas bandas y topos pueden convertirse en el peor enemigo ante las cámaras, el aspirante socialista se decantó por una rayas bien definidas y gruesas, pero también más clásicas. Tendió Zapatero a armonizar colores y marginó cualquier alternativa estridente. También varió su pelo. Olvidó su estilo 'a lo titus' y su peinado hacia adelante, con una raya al lado, en una apuesta más convencional.
Rajoy también cambió su corte. Apareció más repeinadito, con el pelo más apartado de la cara, pero siempre con la raya bien marcada en su lado izquierdo. Una variante que siempre transmite un aspecto de mayor seriedad. Con la barba algo recortada y, posiblemente, sin excesiva canas, como si le hubieran aplicado alguna gomina y algún tipo de coloración. Y, precavido esta vez, controló mejor su maquillaje. Resistió el envite y no se atisbó ningún rasgo de sudor en su frente ni rostro. Aguantó mejor la intervención. Ambos lucharon por una imagen en busca de credibilidad.
Y en medio de ellos apareció una moderadora, estupenda, que, a juego con los hombres, se decantó por una sastrería masculina con una americana entallada de color albaricoque, tantas veces escogido por las primeras damas, para ayudar a los candidatos a dar un ambiente de calidez y credibilidad.