Ilustración cedida por Pepe Yáñez.
El tándem

A vueltas con los críticos

Cuando uno tiene que leer dos o tres veces la crónica de un espectáculo, y aún se pregunta: 'Bueno, muy bien, pero a este tío ¿le ha gustado o no le ha gustado?' pueden haber pasado varias cosas.

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La primera, que el crítico no se exprese con claridad, a propósito o no, que ésa es otra; la segunda -tan creíble como la primera- que sea de esos que no se mojan ni tirándolos de cabeza desde el Carranza; existe una tercera que goza de una extensa e ilustre leyenda, que es la de que no hayan asistido al evento (González Ruano era un experto).

Esta última suerte requiere de tacto, inteligencia, conocimiento y desparpajo. A mí se me suele dar bastante bien porque tengo en cuenta las distintas variables.

Primeramente, que el espectáculo no sea al aire libre o dependa del tiempo (*véase la nota a pie de la columna); a ser posible que conozcas al artista y lo hayas visto en repetidas ocasiones.

Endispué, que este cronista tiene sus dos neuronas bastante indispuestas; resultado de lo cual es que un día tengo tacto, al siguiente inteligencia, otro conocimiento y, casi siempre desparpajo, o poca vergüenza. Nunca abuso de todo al mismo tiempo. Y cuando lo hago suelo avisar a los lectores, o no.

Esto que comento del flamenco se puede hacer extensible a la literatura, los toros, la pintura o las necrológicas. En este último caso y, a menos que el finado sea veinteañero, puedes tener por seguro, a poco ilustre que sea, que ya tiene la puntilla dada por la canalla.

Hasta para ser previsible hay que tener gracia, arte y oficio; o al menos, una de esas tres virtudes que le permitían a Manuel Vicent escribir su columna antitaurina cada principio de San Isidro. Y que la afición la esperara tan ansiosa como las crónicas de Vidal o Barquerito.

En fin, a lo que íbamos, cuando te inventas una crítica, o crónica, asegúrate al menos de que no se ha suspendido y ten el teléfono del periódico a mano para una mínima rectificación de última hora: por ejemplo, que no te ocurra lo que a un escritor cofrade en este mismo pueblo.

*NOTA: El no citado cronista comenzó una entusiasta crónica muy del estilo de: «Majestuosa y sobria la salida y el paso por la carrera oficial del excelso Cristo de XXXX y nuestra señora del tarantantrán. Dignos de recordar para las generaciones cofrades futuras su paso por Tornería, la subida por Cruces y la entrada el templo catedralicio, a los estremecedores sones de Estrella sublime. En una cálida noche que permitió a los devotos hermanos y a la jerezanía toda disfrutar de bla, bla, blal bla..» Pues bien, aquella misma noche cayó un aguacero de no te menees y la cofradía mencionada no hizo salida alguna.

Qué le hubiera costado estar un poco atento, y llamar al periódico para decir eso tan socorrido: «De no ser por el inesperado aguacero cuan majestuosa y sobria, al igual que tantos años, hubiese sido la salida y el paso por la carrera oficial del excelso....»