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Flamenco sin fronteras

La canaria imprimió fuerza a su estético baile

ANTONIO CONDE
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La duodécima noche de cartelera jerezana sirvió para que María Juncal diera lecciones de baile a los que no la consideran a día de hoy una bailaora.

Las carreras de la gran cantidad de jóvenes de viven del flamenco pasan en algún momento de sus primeros pasos por la presentación a diferentes concursos en los que alzarse con el primer premio supone saltar peldaños del escalafón artístico y subir como la espuma, con todo lo que esto conlleva. La vía a seguir no es señal de garantía, puesto que después del esfuerzo que existe detrás de cada montaje, hay que saber venderse, y lo mejor para esto es tener la calidad necesaria que consiga que la crítica y el público estén de acuerdo en lo que es válido y lo que no.

Juncal dialogó con la farruca a través de recogidos aspavientos, estatua rígida, poco dúctil y que no salió de un espacio reducido hasta que el argumento lo cambió con clase. Pantalón para un baile oscuro y recto que fue apropiado en honor a su estilo.

Con martinete y seguiriya los cantaores no se encontraron en ningún momento a pesar de los problemas técnicos que se produjeron a lo largo de la noche. La taranta que no fue muy diferente a la farruca, con conexiones muy similares a las elaboradas en el anterior pase. En las bulerías por soleá pasó más de lo mismo en las voces, algo rozadas en alguno de los participantes. Alegrías de largo contenido, en una profundidad de María que se ganó al público con razón. Luces y sombras, pocas ornamentaciones en las escobillas y fuerza en cada elevación de brazos de depurada técnica con líneas muy verticales en lo corporal. Una faena que recogió el inconfundible leit motiv de su danza, con puesta en escena fría, casi inexistente pero que no hizo falta para entender su baile.

Una relación no dialéctica que pone en el candelero del escenario su plasticidad. Nuevos retratos en nuevos territorios, los de extraer el interior para provocar el fenómeno. Sólo llega lo que se emite con claridad y el mensaje estuvo encima de la mesa, a disposición de quién quisiera cogerlo y leerlo. Y pocos analfabetos quedan que no sepan transcribir el texto.

Apellido directamente relacionado con el flamenco, es oriunda de las Islas Canarias, y quede claro que Juncal no es tal, sino Borrull. De las escuela de su tía Trini Borrull y Miguel Navarro, y en su extenso currículum se puede nombrar su paso con los magnates del baile, tales como El Guito, Manolete, José Greco o Joaquín Cortés. Con premios nacionales en su haber profesional, se empieza a relacionar a Juncal con calidad y personalidad propia, que gusta y sabe a flamenco.