«Que les demos facilidades a los hijos no quiere decir que les animemos»
Ana siempre ha hablado «abiertamente» con sus hijos. Ahora ve natural que la chica y su novio duerman juntos en casa
Actualizado: GuardarNo es lo habitual, pero Ana es una de esas madres que no ve con malos ojos que los jóvenes vivan su sexualidad de forma natural y, sobre todo, bajo su mismo techo. Su hija, de 17 años, lleva un año con su novio. Desde el momento en el que empezaron a salir juntos, tanto Ana como su marido estuvieron al tanto. Ahora, es normal ver al chico dormir en su casa algunas noches y, por supuesto, ella, en la de él. «Siempre hemos hablado abiertamente con ella, pero desde pequeña, porque yo creo que es absurdo ponerte a hablar con los hijos cuando ya son mayores», considera Ana, que también tiene un hijo de 22 años, aunque ya vive fuera de casa.
Con él también ha tenido la misma actitud. Y es que, para esta moderna madre, «que les demos facilidades a los hijos no quiere decir que les animemos a que tengan más relaciones; y, al contrario, ponérselo difícil no impide que lo hagan». Por eso, Ana tuvo claro desde el principio que debía explicarle todo lo referente a estos temas. Ahora, para ella es completamente normal que su hija y su novio pasen la noche juntos en la habitación de al lado. «Hombre, no entramos a aplaudirles -bromea-, pero preferimos que estén en casa precisamente porque nos preocupamos por ella».
Amigos bien recibidos
Ana y su marido nunca han dejado de interesarse por el entorno en el que se han movido sus hijos y, por tanto, sus amigos siempre han sido bien recibidos en su casa. «Es indudable que, a ciertas edades, las amistades se convierten en un modelo para los chicos y eso hay que tenerlo en cuenta porque, en casa, puedes tener control sobre ellos, pero fuera no sabes lo que pasa», advierte Ana, que se muestra preocupada por el ambiente que la juventud respira hoy en día. «Están estancados, tienen poca iniciativa», aduce, consciente de ser la excepción que confirma la regla. Su hija, de hecho, le ha comentado en más de una ocasión que, por lo que le cuentan sus amigas, el grado de comunicación que hay en su familia «no es normal».
Eso no significa que siempre estén de acuerdo. Ana, por ejemplo, no tiene inconveniente en ir a la farmacia a comprarle a su hija la píldora anticonceptiva. Sin embargo, ella preferiría que utilizaran «preservativos». ¿Por qué le ayuda entonces? «Nosotros le hemos informado de todo, pero es una decisión individual de ella y la respetamos», responde Ana, que, a pesar de que no siempre comulga con las opiniones de su hija, sabe negociar, pero sobre todo ser tolerante. Así, recuerda que cuando la joven le dijo que quería hacerse un piercing, no le hizo mucha gracia la idea. No obstante, finalmente no sólo aceptó sino que la acompañó a hacérselo. «Me quedaba más tranquila si la llevaba yo misma a un sitio seguro».