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INMOVILIZADO Y CIEGO. Un soldado israelí conduce a un palestino arrestado durante una operación en la frontera con Gaza. / AFP
MUNDO

Israel advierte de que no cesará «ni por un segundo» la lucha contra Hamas

La 'Operación Invierno Caliente' deja más de un centenar de palestinos muertos, muchos civiles, en la Franja de Gaza

LAURA L. CARO
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«El próximo paso de Israel será quitarnos el aire para respirar». Una sensación de impotencia, de hastío hondo y demoledor, se respiraba ayer en las ciudades desiertas de la Franja de Gaza el día después de la gran batalla. Primero de las tres jornadas de luto decretadas. Un ambiente de cansancio, una hartura pesimista, como la que expresaban los vecinos que comparten calle con el cuartel general del depuesto primer ministro de Hamas, Ismael Hanniya, que fue salvajemente bombardeado a primera hora de la noche del domingo 24, en pleno centro de la capital, cuando estaba vacío.

Refugio

Los vecinos, la veintena de miembros de la familia Saath que habita junto a ocho niños un edificio entero justo frente a las oficinas, tuvo que refugiarse a la carrera en el búnker que construyeron en 1982 para protegerse a tiempo de los tres misiles que lanzó la aviación hebrea. «Todos por aquí tenemos un refugio», apuntan. Se escondieron bajo tierra, como lo están los dirigentes de Hamas -Hanniya, sus ministros, sus consejeros o los clérigos que alimentan el fundamentalismo islámico del partido-, aunque nunca tuvieron nada que ver con cohetes Qassam, con la resistencia, ni con el conflicto. «Con las bombas, recordé 1948, cuando me tuve que ir de Beer Sheva», lamentaba el abuelo Jamil, que fue asesor económico del Ministerio de Industria en Arabia Saudí y hoy jardinero aficionado en su jubilación. Un retiro convulsionado, como las vidas de los suyos, por la certeza de que nadie, ni los civiles, están a salvo ahora en la Franja de Gaza.

Todos permanecieron ayer en sus casas, salvo para cumplir en los velatorios. Apenas unos centenares de adolescentes se aventuraron a enarbolar banderas negras de la Yihad Islámica y verdes de Hamas para participar en un par de manifestaciones marchitas por la capital en contra de la matanza del día anterior. 63 cadáveres, 29 de ellos civiles. Gaza aguantaba la respiración en una mañana de nuevos ataques israelíes dentro de la Operación Invierno Caliente, que dejaron dos muertos en Jabaliya -uno de ellos, una bebé de veintiún meses-, a la misma hora que en Jerusalén, el primer ministro judío, Ehud Olmert, sentenciaba a los palestinos a más fuego. A lo largo del día, otras ocho personas morirían, todos pacientes que no pudieron superar la gravedad de las heridas sufridas el día anterior en los combates.

«Dejadme ser claro»

«Dejadme ser claro, Israel no tiene intención de cesar su lucha contra el terrorismo ni por un segundo», decía Olmert en la reunión semanal de su Gabinete, en la que avanzó que el Ejército seguirá adelante actuando «de acuerdo con las guías de tiempo e intensidad fijadas por el Gobierno, conforme al objetivo de golpear las organizaciones terroristas y aquellos que les dan cobertura y capacidad para operar».

Ni una palabra para el padecimiento civil. Un día antes de la llegada hoy a Israel de la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, y con las negociaciones de paz suspendidas por decisión de la Autoridad Nacional Palestina, Ehud Olmert desafiaba los reproches internacionales, incluido el de la ONU, afirmando que «nadie tiene el derecho moral de criticar a Israel por ejercer su derecho a la autodefensa».

El lanzamiento constante de cohetes artesanales a Sderot y Ashkelon -ayer, dieciocho Qassam y tres Katiushas que hirieron con esquirlas a varias personas-, llenaban de argumentos al jefe del Ejecutivo hebreo. También los dos soldados muertos en la lucha del sábado, a los que hay que sumar otros cuatro heridos ayer. «No lograremos nuestro objetivo en dos días, por lo que continuaremos con todas nuestras fuerzas y debemos prepararnos para una escalada», secundaba el ministro de Defensa, Ehud Barak, difundiendo otra vez el fantasma de una posible reinvasión de la Franja. Que según los analistas, ni siquiera acabaría con los cohetes, pero sí podría tumbar al Gobierno de Hamas.

En atención al colapso de los hospitales, Egipto abrió ayer el paso fronterizo de Rafah para permitir el traslado a sus centros sanitarios de Rafah, Al Arish y Cairo de 150 heridos. Como gesto humanitario, Israel dejó entrar hasta 62 camiones con material médico.