Trabas para emprender
A pesar de las ayudas que se ponen en marcha para facilitar la creación de empresas, son varios los jerezanos del mundo rural con dificultades para montar un negocio
Actualizado:Comenzar todo el proceso para crear una empresa propia requiere de tiempo, paciencia, ímpetu, coraje, ganas y, sobre todo, de ayuda. La clave no está sólo en tener una idea que se desee poner en marcha, sino también en contar con la financiación necesaria para adquirir un local, hacer las obras para adaptarlo al proyecto, arreglar todo el papeleo -en el que entran peritos, arquitectos, albañiles, electricistas, fontaneros, cerrajeros...-, contratar al personal adecuado, darte a conocer y estar preparado para una racha en la que las ganancias nunca serán suficientes para llegar a fin de mes.
De hecho, montar un negocio es una labor complicada a la que se enfrentan a diario decenas de personas que se recorren numerosas oficinas mientras que sueñan con poder tener abierto ese negocio para el que se están esforzando tanto.
Desde la Cámara de Comercio, Junta de Andalucía o la propia Delegación de Fomento Económico se multiplican las ayudas para emprendedores aunque éstas nunca sean suficientes. Los créditos se trasforman en otro de los puntos a negociar con las entidades bancarias para conseguir la inversión necesaria.
«Cuando uno ha logrado dar todos los pasos y se encuentra con problemas que tienen fácil solución pero que nadie arregla, la impotencia hace que a veces pienses en tirar la toalla», comenta Gemma Gérez, una joven de 29 años que lleva 11 meses batallando para montar un spa en la barriada rural de Cuartillos.
Ella, como al menos tres jóvenes más de la zona, ha ideado su propio proyecto con el que ganarse la vida, y, debido a la falta de las escrituras de su casa, no «puedo comenzar ni las obras ni nada». La situación en esta barriada es muy similar a la de otras zonas de la ciudad donde todo está preparado para que se comiencen a dar la propiedad a los vecinos que llevan años viviendo en casas ubicadas sobre cañadas o en terreno público. Es una espera que «parece no acabar nunca» y que está provocando que aún hoy «sean muchos los jóvenes que salen de las zonas rurales para montar sus propios negocios, ya que aquí no consiguen los permisos de Urbanismo», como han manifestado en numerosas ocasiones representantes vecinales de distintos rincones de la comarca.
El proceso de desafectación de las cañadas es la gran esperanza de muchas familias; no obstante, su dilatación en el tiempo pone trabas a emprendedores que no quieren abandonar el barrio en el que han nacido.
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