CALMA TENSA. Manuel Chaves y Javier Arenas esperan el inicio del debate junto a la moderadora, Esther Martín.
ESPAÑA

Sin concesiones

Cada candidato trata de llevarse a su terreno al adversario con datos, preguntas y fórmulas estudiadas que los desvían de lo preparado

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LA tarde no está para bromas. Manuel Chaves y Javier Arenas tratan de disimular la tensión cuando los fotógrafos entran en el plató del cara a cara, en Canal Sur Televisión. Esta tarde no hay necesidad de acaparar la atención, como sucedió en el debate a cuatro, sino que basta con aprovechar bien los tiempos estipulados.

Son las 19.30 horas y los candidatos a la Presidencia de la Junta del PP y del PSOE se sientan en sus respectivos sitios. Chaves, a la derecha de la moderadora y a la izquierda de los telespectadores. Arenas, al contrario. El plató se ha diseñado a medida y contempla las exigencias de los asesores del PP y el PSOE, pero los resultados no son nada envidiables. Un escenario frío es la antesala de un duelo de titanes.

El debate se graba de antemano y se emite pasadas las diez de la noche. Si los dos políticos se muestran parcos en palabras antes de ocupar sus asientos, se quedan si ellas cuando se sientan y esperan, con calma tensa, a que los fotógrafos tomen sus imágenes. Están absortos, hasta el punto de que cuando comienza la contienda, no caen ni en mirarse.

Ordenan sus papeles y miran al horizonte. Chaves se presenta, como en el anterior debate, bien pertrechado. Arenas viene cargado de gráficos, después de no poder presentarlos en el debate a cuatro: «Nos fallaron las impresoras y el ordenador, a última hora, en el hotel», reconoce el líder popular antes de empezar.

Arenas, en su primera intervención, calienta a Chaves. El candidato socialista no duda en saltar, porque el presidenciable del PP «se ha metido en el terreno personal». El inicio del debate es el ejemplo de cómo se presenta la tertulia: A cara de perro. No obstante, el tono baja en el transcurso de la contienda.

Medido, no ajustado

Lo tienen todo preparado. Los dos líderes han anulado los actos de campaña convocados en su agenda casi dos días antes del debate. Catorce años más tarde, Arenas y Chaves vuelven a presentarse cara a cara. Pero en esta ocasión, los dos son perros viejos. De forma constante, uno trata de llevar al otro a su terreno, pero la realidad es que cada uno va, la mayor parte del tiempo, por su lado. La preparación, los datos, sirven para iniciar los bloques, pero en algún momento ambos se ven obligados a salirse del camino. Eso sí, el PSOE está incluso preparado por si Arenas utiliza las manidas frases que saca a relucir en sus actos. Por eso, Chaves le da la vuelta al gratis total y al Manolo, si somos los primeros, ¿por qué vamos los últimos?. Pero Arenas busca las cosquillas al adversario y, en algunos momentos, sube el tono demasiado, para tratar de sacar de sus casillas al contrario.

Quizás una de las pocas actitudes similares a las que se dieron en el debate a cuatro es la de las interrupciones constantes. La moderadora Esther Martín, seleccionada entre los profesionales de Canal Sur, hace tímidos intentos para que Arenas y Chaves respeten sus tiempos, sin lograrlo. Se interrumpen, se contestan y alargan los tiempos a su antojo.

Entre las propuestas, nada original. Con la vestimenta, tampoco. Aunque estrenan traje, han dado poca importancia al atuendo. Lo que en el debate a cuatro fue una selección cuidadosa de corbatas y maquillaje, en esta ocasión se ve solapado por el hecho histórico de que se recupere la fórmula del debate cara a cara 14 años más tarde.

Los dos repiten el color del traje: azul marino. Arenas lo adquirió el miércoles entre mitin y mitin, por tierras algecireñas. Chaves estrena corbata. En esta ocasión no deja la elección en manos de su mujer. «La hemos escogido entre los dos», confiesa.

Al final, todo forma parte de la contienda política y, tras fruncir el ceño y renegar, se levantan, se dan la mano y hasta la próxima, que la habrá. Los dos se han comprometido a mantener la fórmula del cara a cara.