Remontada
Se veía venir. El jurado se lavó las manos, como Poncio Pilato. Aunque el gesto del prefecto romano tiene unas connotaciones muy negativas porque su decisión de entregarles a Jesús a saduceos y fariseos llevó a la muerte al Mesías a pesar de no creerlo culpable de los cargos que se le imputaban, en el caso de los encargados de dar los puntos en el programa Se llama copla el pecado es venial. Incluso parece justificado en los tiempos que corren. Los cinco finalistas del citado espacio recibieron la máxima puntuación por parte del tribunal. De esta forma, fue en el público en quien recayó la responsabilidad de decidir el ganador. En una visión superficial, este método de elección parece el más democrático posible. El pueblo tiene la última palabra, pero no hay ningún sistema perfecto. De hecho, en Nerja no están de acuerdo con la victoria de Joana Jiménez, que se impuso en la final a Antonio Cortés. En la localidad malagueña no se explican cómo el que fuera favorito del público una jornada sí y otra también cayó derrotado por las votaciones vía telefónica y mediante SMS. El fenómeno que se produjo en Se llama copla es cuanto menos curioso. La ganadora final fue la menos respaldada por la gente en la primera votación. Obligada a retarse con uno de los cuatro restantes, ganó con el apoyo ciudadano. De nuevo debió disputar otro duelo y venció, como también en el siguiente. En la final de verdad, la cantante sevillana se vio las caras con el rumano de Nerja, muy querido por el público como se puso de manifiesto en los últimos programas antes de la gala decisiva. Algo falla. O los que apoyaban a los eliminados volvieron a votar y se volcaron con Joana, o algo no cuadra. Son las cosas de la democracia. Las encuestas dicen una cosa y después pasa la contraria. El sistema, supervisado por un notario, no debe ser puesto en duda, pero el que esto escribe llamó cinco veces y sólo pudo votar en una ocasión, ya que las líneas estaban tan bloqueadas que no el teléfono daba señal de llamada siquiera.
Actualizado: GuardarMenos mal que la deportividad ha imperado. Antonio Cortés reconoció después que no estaba decepcionado con quedar segundo, sino todo lo contrario. Y Joana confesó que estaba segura de que iba a ganar Antonio.