Editorial

Final igualado

La campaña electoral se aproxima a su final en una apretada pugna entre las dos formaciones con posibilidades de formar gobierno. Así lo indica la práctica totalidad de las encuestas publicadas, incluida la que este periódico ofrece hoy, que rebaja a un 2,6% la distancia que hace cuatro años fue de un 4,9% a favor de los socialistas. No es un dato nuevo. Los sondeos que se han venido realizando a lo largo de toda la legislatura han testimoniado que el Partido Popular ha sabido mantener la fidelidad de sus votantes tras perder las generales de 2004, mientras que la acción de gobierno no ha permitido al PSOE distanciarse de manera definitiva respecto a su rival. Sin embargo, la igualdad que muestran las encuestas en cuanto a expectativas de voto para el próximo domingo no se corresponde ni a la valoración que los encuestados expresan de la ejecutoria de los dos principales candidatos y formaciones, ni a su pronóstico sobre el escrutinio final. Si bien el aprecio hacia la política socialista parece comedida, la contestación al PP condiciona sobremanera las expectativas electorales de Rajoy.

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El sondeo que publica LAVOZ se hace eco de un sentir que aparece reflejado en otras muchas encuestas en cuanto a la percepción mayoritariamente negativa de la situación política. La inquietud, el pesimismo o el escepticismo que expresa ese 34,1% de los encuestados inclinándose por calificar la coyuntura como «mala o muy mala», junto a otro 43% que la considera «regular», responde sin duda a una visión partidaria o ideológicamente divergente de la realidad. Pero, en cualquier caso, es consecuencia del desencuentro y de la crispación que se han adueñado de la vida pública durante los últimos años. Cabe concluir que, a la hora de imputar culpas y responsabilidades, la ciudadanía carga más las tintas sobre la conducta política del PP que sobre la trayectoria última del PSOE. El fluctuante entendimiento del Gobierno socialista con las distintas formaciones nacionalistas y con IU, frente a las dificultades evidenciadas por el PP a la hora de coincidir con los demás partidos, ha debido contribuir al distanciamiento de una parte muy apreciable del electorado respecto a las siglas que preside Mariano Rajoy.

Pero la vertiente más crítica a la que se enfrenta el Partido Popular aflora cuando se les pregunta a los encuestados sobre quién de los dos principales candidatos a la presidencia del Gobierno afrontaría mejor la situación económica del país, el problema de la vivienda, la inmigración, la cuestión autonómica y el terrorismo de ETA. En todas estas cuestiones son más los que confían en la gestión de Rodríguez Zapatero que en la de Mariano Rajoy, siendo la inmigración -donde la distancia se reduce a seis puntos- y el terrorismo de ETA -que los diferencia en cuatro puntos- los temas en los que las dos opciones aparecen más igualadas. El hecho de que sean éstos los cinco argumentos centrales del mensaje popular hace que la respuesta de los encuestados resulte especialmente elocuente en cuanto al esfuerzo que deberá realizar el Partido Popular para que la crudeza con que identifica los problemas se vea compensada por una percepción de solvencia a la hora de afrontarlos.

La encuesta que da a conocer este medio refleja la gran fidelidad con la que los votantes que optaron por el PP hace cuatro años continúan identificándose con él. Pero la diferencia que en este aspecto obtiene respecto al PSOE no parece tan sustancial como para que la formación de Rajoy pueda confiar, sin más, en una participación electoral a su medida. El sondeo fue realizado en los días anteriores a la campaña electoral, y es posible que el protagonismo del candidato popular haya contribuido a mejorar su posición demoscópica. Pero todos los indicios apuntan a que el aspirante popular a la presidencia del Gobierno tiene una semana para ofertar en positivo iniciativas que resuelvan los problemas que ha ido señalando y denunciando a lo largo de la legislatura.

En cualquier caso, este mismo sondeo refleja una inquietud generalizada en torno a las alianzas que la formación que obtenga más escaños en las Cortes Generales pudiera establecer para la gobernabilidad de España. El hecho de que el 60% de los votantes del PP se muestre contrario al establecimiento de mayorías de gobierno con los nacionalistas, y que el 36,2% de los que votaron al PSOE en 2004 coincidan en dicha posición refleja la incomodidad que en un amplio sector de la opinión pública suscita la percepción de los acuerdos con ERC, PNV o CiU como expresión de componendas que contribuyen más a alentar proyectos soberanistas que a integrar a dichas formaciones en el consenso constitucional. Pero hay en esta misma vertiente un dato moderadamente esperanzador: el interés que muestra una amplísima mayoría del voto nacionalista por aliarse con el partido que gane las elecciones del 9 de marzo.