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El príncipe amenazado

Enrique teme que tras su publicitado despliegue en Afganistán los islamistas le conviertan en un objetivo prioritario

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EL príncipe Enrique se ha convertido en un objetivo del terrorismo islamista, según su propia opinión y la de comentaristas de su despliegue en Afganistán. «Todos los que les apoyan intentarán acabar conmigo», dijo Enrique antes de partir hacia Inglaterra, a donde llegó ayer. Su opinión es compartida por Simon Jenkins, que, en una de sus columnas en The Guardian, se quejaba del efecto que su público despliegue tendrá sobre su seguridad futura.

Desde Beirut, el predicador fundamentalista Omar Bakri dijo: «La comunidad musulmana en el Reino Unido se habrá enfadado y quizás haya más gente incontrolada. Pueden utilizarle para reclutar y perpetrar otro ataque». Bakri formó en Inglaterra el grupo, Al Muhajiroun, los emigrantes, que fue la cuna ideológica del comando que perpetró los atentados del 7-J de 2005 en el transporte público de Londres. Su inspirador se marchó del país inmediatamente después. El diario The Sun ofrece una versión más jovial de lo ocurrido. Los soldados de la base donde Enrique operaba como controlador aéreo le dieron rudos vítores de despedida. «¿Es pelirrojo, es un gamberro, nos ha hecho jodidamente orgullosos! ¿Está aquí, es formidable, su abuela es nada menos que la jodida reina!».

Tras la despedida de la soldadesca, el príncipe se trasladó a una base de la OTAN, desde donde voló, primero a Birmingham, donde dos soldados gravemente heridos fueron desembarcados, y finalmente, a la base de Brize Norton.

Le esperaban su padre y su hermano, que le llevaron a la casa paterna, en Highgrove. El príncipe de Gales se declaró «enormemente orgulloso» de su hijo y expresó su «profundo agradecimiento» a los soldados británicos y a sus familias. La noticia de su despliegue ha producido reacciones diversas. El The Sun refleja la más popular, distribuyendo pósters del héroe principesco. Para Simon Jenkins, fue un erróneo montaje publicitario.

Según él, un primer error fue permitir que Enrique se formase como soldado profesional y, para evitar la mala publicidad que acarrearía su no despliegue, se le ha llevado al frente con publicidad, lo que traerá ahora más interés por otras facetas. Para empezar, Enrique se despachó con esta declaración: «No quiero quedarme sentado en Windsor.