HORROR. Un hombre lleva a su hija en brazos después de que un misil hebreo destruyera su casa. / AFP
MUNDO

Israel vuelve a desatar su furia contra Gaza y mata a medio centenar de palestinos

Las autoridades suspenden las negociaciones de paz tras la cruenta ofensiva judía El Estado sionista seguirá atacando hasta purgar la Franja de milicianos de Hamas

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«No podemos ponernos de pie ni para mirar lo que está pasando Mi familia se arrastra por el suelo lo más lejos posible de las ventanas, están matando a nuestros vecinos a través de las ventanas, a los hermanos Abú Shbak los ha asesinado un francotirador en su propia casa Están disparando por todas partes, las balas pegan en la fachada». La voz de Kamal Abu Yussef, miembro del Cuerpo de Defensa Civil de Gaza y padre de cuatro hijos, sonaba ayer desesperada a través del teléfono, cuando maldecía su suerte de sentirse prisionero en su propio hogar.

El ataque perpetrado ayer por Israel sobre Gaza se cobró la vida de al menos 52 palestinos y dejó 200 heridos. La incursión tuvo otras consecuencias. La Autoridad Nacional Palestina (ANP) ha anunciado la suspensión de las conversaciones de paz con Israel. El portavoz del Ministerio de Exteriores israelí, Arye Mekel, ha confirmado que el jefe negociador palestino, Ahmed Qureia, le ha comunicado la suspensión de las negociaciones a la ministra de Exteriores israelí, Zipi Livni

Con lanzagranadas

Si Israel entró ayer a fuego en la Franja en nombre de la defensa de su ciudad de Ashkelon y de sus 120.000 habitantes, su operación condenaba al miedo y a la humillación de convertir en rehenes inocentes a otras 120.000 personas: los vecinos del campo de refugiados de Jabalia. Palestinos bajo tutela de la ONU que, como Kamal Abu Yussef, vieron cómo, desde la madrugada, el fuego cruzado iba intensificándose poco a poco en sus calles, hasta alcanzar al filo de la una de la tarde y para el resto del día la categoría de una batalla campal. «Los niños gritan, no sabemos qué hacer ya por ellos, -clamaba-, los tanques retumban a la derecha y a la izquierda, ¿cuánto va a durar esto?».

Jabalia se convertía ayer en objetivo de la furia israelí en atención a las informaciones militares que apuntan a que, en su área este y el terreno de 2,5 kilómetros que separa el campo de la frontera, se concentran las lanzaderas de cohetes artesanales que las milicias de Hamas y la Yihad Islámica utilizan contra Israel.

Antes de que la ciudad quedara atrapada e inaccesible bajo los combates, este periódico pudo comprobar cómo en sus esquinas se acumulaban los activistas islamistas, pertrechados con armamento ligero y lanzagranadas RPG a la espera de los soldados judíos que, en efecto, llegarían horas más tarde hasta sus posiciones.

Más incursiones

«Estamos aquí para matar a cualquier sionista que se acerque, -anunciaba arrogante un encapuchado-, la resistencia palestina se ha desarrollado y nuestros últimos cohetes pueden ir más allá de 20 kilómetros, es la primera vez en nuestra historia que lo conseguimos». El sobrevuelo feroz de un F-16 directamente sobre sus cabezas les hizo hervir de ira.

«Acabaremos con ellos», rugían. Al cierre de esta edición, el campo de refugiados de Jabalia permanecía sitiado por las tropas hebreas, que sólo concedían permisos puntuales a las ambulancias para retirar cuerpos y heridos.

A falta de la que la estrategia se modifique ante la llegada la semana próxima de la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, los planes apuntan a que Israel está decidida a continuar las operaciones hasta «purgar» el norte de la Franja de Gaza de milicianos e instalaciones de Hamas, para posteriormente «ejercer un control militar en la zona, pero sin preocupación».