Pekín se maquilla
China ya tiene listas todas las instalaciones para los que prometen ser los Juegos más espectaculares de la historia
Actualizado: GuardarPor primer vez, el Comité Olímpico Internacional (COI) ha tenido que frenar el ritmo de las obras de unos Juegos. Nada de retrasos. Los chinos iban demasiado deprisa. «Si hace siglos la humanidad construía catedrales, hoy levanta instalaciones deportivas», dice Juan Antonio Samaranch, presidente honorífico del COI. China es un país comunista. Y creyente: cree en la cita olímpica. La ha atado a su número mágico, el '8'. Por eso, la ceremonia de apertura será a las ocho horas y ocho minutos de la tarde del día ocho del octavo mes (agosto) de 2008. Redondo. Perfecto. Como Pekín quiere que sean sus Juegos, su vitrina ante el mundo. Sin error. Todo ensayado, hasta la sonrisa. El humor amarillo tiene su escuela. A ella acuden miles de jóvenes chinas. Sólo 1.250 elegidas estarán en los Juegos Olímpicos de Pekín. En ese instante único para China. Los Juegos son un motivo de orgullo nacional. Para sonreír. Desde la escuela. A las chicas les enseñan a abrir la boca. Lo justo: que se vean entre seis y ocho dientes. Ellas serán el rostro de bienvenida para los visitantes extranjeros.
El siglo XXI, auguran los economistas, será la centuria de China. Imparable. Más de 1.300 millones de habitantes. Con ciudades como Shanghai, orladas por un sky-line de 4.000 rascacielos. O como Chongqing, que reúne a casi 36 millones de vecinos y ocupa, ella sola, una superficie similar a Austria. O como Pekín, la capital de un país arrollador que entre 1978 y 2004 multiplicó por diez su presencia en los mercados internacionales.
Los Juegos de Pekín son su mejor anuncio. El escenario soñado por el Gobierno comunista. Hasta 1984, China no logró su primer oro olímpica. En Atenas 2004 ya fue segunda en el medallero, sólo superada por el símbolo capitalista, Estados Unidos. Es la potencia imparable. Tan deprisa. Como las obras de Pekín. Sin competencia posible: 24 horas al día los siete días de la semana. A poco más de cien euros mensuales por trabajador. Y sobran manos.
Ni ajo ni escupitajos
Las ciudades chinas son ahora una pasarela para arquitectos. Los viejos hutong de Pekín, los angostos barrios edificados en la dinastía Ming, han sido laminados. China mira menos hacia atrás que hacia delante. Pekín es hoy es un laboratorio de urbanismo en el que conviven dos mundos: en uno, los residentes comparten minihabitáculos sin apenas condiciones sanitarias. Al lado, hay más de ocho mil obras en marcha, tres millones de vehículos coagulados en las atascadas calles. Y edificios del futuro: como el Gran Teatro Nacional, que tiene forma de huevo y es obra del francés Paul Andreu; el aeropuerto de Foster, que semeja una Torre Eiffel tumbada; o el estadio olímpico, llamado el Nido, obra de firma suiza Herzog and the Meuron. Allí será la ceremonia del '8', la de apertura de los Juegos. Es la única instalación que falta. Y casi está. Antes de tiempo.
Todo previsto. Pekín ya prepara sus carteles en inglés. Hasta ahora era un ciudad cuyas calles sonaban igual que una olla cayendo por la escalera. Indescifrables para los turistas. Hoy, los taxistas reciben cursos de inglés. Son cursos voluntarios: o asisten o les quitan la licencia .Tampoco podrán masticar ajo. Nada de mal aliento que ahuyente a los turistas.
Y maneras. La Oficina de Desarrollo Ético inició hace casi dos años una campaña de educación cívica. Había que enseñar a los ciudadanos chinos a guardar cola. Sin empujones ni atajos. También se trataba de difundir la misión de las papeleras. Las grandes urbes chinas son un jungla de cemento, gris de polución aérea y terrestre, a ras de suelo. Sucio. Eso se acabó. Ni papeles, ni, por supuesto, escupitajos. De hecho, una brigada antiesputos recorre desde hace meses las principales avenidas y plazas de Pekín. Bolsa en mano. Las reparten para que los ciudadanos despositen allí mocos y babas. Si no, hay multa. Pekín se maquilla para sus Juegos. Sonrisas de quita y pon. Ciudad de techos altos, de diseño. Así es la nueva China, la que tiene a la cita olímpica como su eje. Su escaparate.