La música en 21 cuerdas
El músico de Mali Touamani Diabaté presenta su nuevo álbum en solitario donde su kora es exclusiva protagonista
Actualizado:Hace unas semanas Toumani Diabaté (Bamako, Malí, 1965) eligió Sevilla como ciudad de presentación de su nuevo trabajo, The Mandé Variations (World Circuit - Nuevos Medios; 2008). Otra muesca en el prestigioso currículum del sello del productor Nick Gold donde ya ocupan espacio trabajos discográficos de Ali Farka Touré, la Orquesta Baobab o el círculo de Buena Vista Social Club. En este caso, Diabaté lleva años convertido en uno de los más importantes exponentes de la música africana de la mano de un atávico instrumento, la kora -una especie de arpa construida sobre una calabaza con veintiuna cuerdas-, cuya especial sonoridad ha calado entre músicos y públicos occidentales hasta integrarse con naturalidad en una batería de propuestas como Ketama -junto a quienes registró los dos aplaudidos volúmenes de Shongai en 1989 y 1992 respectivamente-, el trombonista de jazz Roswell Rudd o el bluesman Taj Mahal. Abriendo la atávica tradición de los griots -guardianes y transmisores de la tradición cultural, y por tanto musical, del oeste africano- en la cual se integra y de la cual procede, al contacto con otras músicas con las que comparte propiedad espiritual, la crónica de Toumani Diabaté arrancó con Kaira (1988), su opera prima en solitario. Desde entonces Diabaté ha firmado repetidas muestras de una lectura renovadora y porosa, compartiendo también protagonismo con colegas y estilos más próximos. Entre ellos cabe destacar álbumes de la relevancia de New Ancient Strings (1999), un espléndido dueto de koras con Ballake Sissoko, o los igualmente destacados In the Heart Of The Moon (2005), junto al desaparecido Ali Farka Touré, o Boulevard de l´Indépendance (2006) a la cabeza de la Symmetric Orchestra, una gran formación integrada por músicos de distintas nacionalidades -herederas todas del Imperio Mande formado en el siglo XIII por el pueblo de los mandingas- bautizada así por Diabaté para expresar el balance entre todos los elementos, el equilibrio entre tradición y modernidad. Dos décadas después, The Mandé Variations recupera la esencialidad de aquel debut convirtiendo su kora en protagonista exclusiva de un disco íntimo y reflexivo en su planteamiento, brillante y cristalino en su sonoridad (gracias a la grabación y mezclas de Jerry Boys), en el que Diabaté aborda una nueva lectura de añejas composiciones, enriquecida por recientes aportaciones. En todas ellas destaca el encaje entre exposición melódica, sugerencia rítmica e impulso improvisador a través de un atractivo itinerario que discurre entre temas transmitidos de generación en generación -una Djourou Kara Nany que aprendió de su padre- y explícitas dedicatorias a amigos fallecidos (Ali Farka Touré o Kaunding Cissoko), y que fluye mejor cuanto más se distancia del resbaladizo virtuosismo. Mientras que destacados y plurales nombres como el Kronos Quartet, Björk o la London Symphony Orchestra guardan cola solicitando sus servicios, Diabaté traza un viaje al interior de su expresividad convirtiendo su voz, su instrumento, en radiante protagonista.