Mathews ha publicado 'The Imagination Stage' con Empyrean. / L. V.
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Eric Mathews vuelve a demostrar su valía en un nuevo disco

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Si uno escribe el nombre de Eric Matthews en cualquier motor de búsqueda de la red, es muy posible que el mayor número de enlaces directos conecten con uno de los personajes de la saga fílmica Saw. Poco tiene que ver, sin embargo, la templanza sonora del Eric Mattews músico del que aquí hablamos con el desequilibrio psicótico experimentado en cualquier entrega de Saw.

Desde que Eric Matthews iniciara su andadura discográfica junto a Richard Davies en el dúo Cardinal -del que recomendamos la reciente reedición de su único álbum con abundantes bonus- en 1994, siempre ha fijado sus coordenadas musicales sobre curvas sedosas y entrelazadas por arreglos sencillos y familiares engendrados a partir de artesanales apoyos instrumentales circunscritos a su susurrante y vaporosa voz, sin dejar por ello de estar flanqueados por una serie de elásticos y volátiles matices en su núcleo y una compacta resolución en su corteza externa. Esas fueron las credenciales reveladas en el primer álbum de Matthews en solitario, Its Heavy In Here (1995), y las que han subsistido a lo largo de toda su carrera. Al menos, en el fondo, porque en las formas Matthews siempre ha querido mostrar algún porcentaje de inquietud en torno a una variabilidad no demasiado alejada de sus parámetros básicos. Así, si en The Lateness of the Hour (1997) se destapaba más furioso que de costumbre al darle más papel a las guitarras eléctricas, en Six Kinds of Passion Looking for an Exit (2005) ensayaba una sobriedad instrumental más ajustada a los patrones del folk, para volver a su primigenia orfebrería pop en Foundation Sounds (2006).

Bajo esas connotaciones rescatadoras, su nuevo álbum The Imagination Stage (Empyrean, 2008) podría parecer, en cierto modo, continuista, pero atendiendo estrictamente a su contenido, uno no tiene más remedio que tirar de superlativos para calificarlo con justicia. De nuevo la sutil, y hasta discreta, voz de Eric Matthews planea con éxito sobre exquisitas muestras de sunshine pop adulto perfilado desde refinados arreglos orquestales en los que, a pesar de su dramatismo filarmónico, termina triunfando el equilibrio a la hora de compaginar la actitud humilde del sonido lounge con el exceso de la fanfarria. Es la parte más vistosa de un álbum en el que también hay cabida para apuntes minimalistas de signos acústicos o tenues programaciones electrónicas. Una audición comparada de Genius, We Were Humans y That Kiss of Life puede servir de exploración para aclarar esa equidad manifiesta a lo largo de todo un álbum en el que es arriesgado destacar títulos de canciones. Aunque The Imagination Stage no pueda ser considerada una obra conceptual, lo cierto es que, como si fuese un disco-canción, es aconsejable escucharlo en su totalidad para sacarle todo el jugo.