![](/cadiz/prensa/noticias/200803/01/fotos/072D6CA-SOC-P1_1.jpg)
Una vela cada cuatro años
897 'bisiestos' españoles que nacieron el 29 de febrero de 2004 celebraron ayer su primer cumpleaños gracias al ajuste de calendario que hizo Julio César
Actualizado: GuardarLos 897 bebés que nacieron en España el 29 de febrero del año 2004 celebraron por primera vez ayer, de nuevo 29 de febrero, su cumpleaños en la fecha exacta en la que nacieron, según datos del INE. También será un motivo especial de celebración para 81 matrimonios que celebraron su enlace el mismo día hace cuatro años.
Así, hoy el mes de febrero se alarga un día, como cada cuatro años, gracias al ajuste realizado por el emperador Julio César en el año 45 antes de Cristo, según explicó el historiador del Instituto Milá i Fontanals (IMF) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Manuel Mandianes. Eso sí, hasta la era cristiana el 29 de febrero, era el 28 bis, para evitar que las supersticiones de los romanos echaran al traste el ajuste implantado por el calendario juliano.
Mandianes explicó que la incorporación de un día más al mes de febrero cada cuatro años es una «cuestión histórica y matemática». Así, hasta el calendario romano antiguo (antes de Julio César) se medía el cómputo del tiempo por años de 365 días, sin tener en cuenta que cada año astronómico dura, en realidad, un cuarto de día más.
«Con este cómputo de tiempo, pasados cuatro años, hay un día más», continuó Mandianes. De ello se dio cuenta el famoso emperador, que decidió añadir cada cuatro años un día más al sexto mes antes de las calendas de marzo (el 1 de marzo), que no es otro que febrero. Pero en el mundo romano, los meses pares (como febrero, normalmente) se rendía culto a los dioses del inframundo, mientras que los meses impares se dedicaban a las deidades del supramundo.
Para conciliar el ajuste del calendario con las supersticiones del pueblo y no tener que hacer que un mes dedicado al Averno' (por ser par) pasase a dedicarse a los dioses de la superficie (al convertirse en impar) César llamó al día 29 de febrero, 28 bis, y por eso hoy se conocen a estos años como bisiestos (el mes sexto con un día bis). Sólo a partir de la era cristiana pasó a denominarse 29 de febrero.
Cada cuatro siglos
Sin embargo, siglos después, se comprobó que los ajustes del calendario no habían terminado. Así, el Concilio de Nicea, en el año 325, fijó la fecha de la Pascua Cristiana en la primera Luna llena de la primavera, cuya entrada se fijó el 21 de marzo. No obstante, en 1.582 el Papa Gregorio VIII y sus sabios se dieron cuenta de que la primavera no entraba el 21 de marzo sino el 25. La explicación es, según Mendianes, que el ajuste realizado por Julio César no era del todo correcto, en realidad, a cada año le sobraban 11 minutos y 14 segundos de ese cuatro de día que el emperador calculó que había de más. Sumado ese tiempo a lo largo de los siglos, se había producido un desfase de cuatro días. La solución del calendario gregoriano fue matemática: todos los años bisiestos son divisibles por cuatro, así que todos los que cambian de siglo lo deberían ser. Entonces, se decidió que aquellos que cambian de siglo cuyos dos primeros dígitos no son divisibles por cuatro, no serían bisiesto (para recuperar el tiempo añadido de más). Esto se produce cada cuatro siglos. La próxima vez será en el año 2200. Algunos afamados personajes, como el navegante John Byron, abuelo del poeta inglés Lord Byron, o el atleta jamaicano Asafa Powell, nacieron un 29 de febero, así como el Papa Pablo III o el artista franco-polaco Balthus. También fallecieron en esta fecha algunas personalidades conocidas, como Luis I de Baviera o el político israelí Yigal Alón. Curiosamente, los suecos tuvieron un 30 de febrero en 1712 con el objetivo de acabar con el calendario sueco. La actividad ayer en la sección de maternidad del Hospital Puerta del Mar fue especialmente frenética. Sólo durante la madrugada nacieron unos seis niños. Parecía que todos los bebés se habían puesto de acuerdo para hacer una jugarreta al calendario. «Esto tiene que imprimir carácter. Desde luego es un signo de distinción», bromeaba Aurora quien a las 2.10 de la mañana daba a luz a su segunda hija, Lucía. Su ficha de presentación: 3,220 kilos y 51 centímetros de altura. Su hermana Julia de nueve años la sostenía «feliz» en sus brazos. «Cumplirá el 1 de marzo, ¿no?», preguntaba ante la disyuntiva. «Claro, si no habrá que inventar algo», sonreía la familia cuando se incorporaba a la conversación el padre, Paco, tras recibir nuevas felicitaciones. «Se me ha adelantado nueve días», detallaba Aurora el curioso y anecdótico natalicio.
En la habitación de al lado, Vanesa, madre primeriza, daba el pecho a Eusebio, 3,570 kilos de bebé. «Se ha atrasado cinco días», comentaba. «Envejecerá más tarde que nosotros», sonreían ante el especial cumpleaños bisiesto del pequeño. «Ha elegido nacer justo hoy, un día que se produce cada cuatro años», bromeaban en la habitación.
Pero, por encima de ajustes de calendarios, «lo más importante», coincidían los felices papás, es que «todos han llegado bien».