Jerez

cosas que importan

CALLE PORVERA La madre de María, al igual que la señora Burnham en la oscarizada American Beauty, prefiere no hacer el amor con su marido por miedo a estropear la seda italiana del sofá. Encorsetada en sus propios clichés, y en algunos prestados que ha ido adquiriendo a lo largo de su provechosa existencia, piensa que la vida se reduce a mirar a través de los ojos de los demás y a observar rezagada tras la mirilla cómo hay quien lo hace bien o lo hace mal, según los parámetros inalterables que rigen la sociedad de la hipocresía.

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Ella tuvo a su hija en esa prolija década de los 70, cuando muchos soñaban y comenzaban a vivir los primeros vestigios de lo que se consideraba libertad. María, por su parte, se crió en un ambiente que olía a rosas, con unas cortinas de diseño, el mejor de los colegios privados y una familia políticamente correcta hasta el aburrimiento. Ahora, cuando aún no ha cumplido los 30, carga a sus espaldas con el estigma de un matrimonio fallido, un fracaso inaceptable para muchos de los que la rodean. A su madre lo que más le preocupa de esta historia es cómo reaccionarán sus amistades, ésas que acudieron a la boda de su vástaga en la iglesia más lucida con sus mejores galas, o su impertérrita familia, cuyos miembros se han casado para toda la vida, como Dios manda. En lo que a mí respecta, no tengo más que admirar a María, y a tantas otras que habrá como ella, por negarse a vivir con alguien que no la merece o que simplemente no le llena, y abandonar una relación matrimonial sin necesidad de que exista infidelidad o maltrato de por medio. Y en cuanto a las señoras Burnham, lo mejor que podrían hacer es mirar su propio ombligo y reflexionar sobre las cosas que verdaderamente importan.