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VANGUARDIA. Los médicos del IVI se han erigido en la vanguardia de la investigación en este campo gracias a la fecundación artificial en la vagina.
Sociedad

'In vivo' sucede a 'in vitro'

Médicos del Instituto Valenciano de Infecundidad ensayan con éxito un «incubador intrauterino» de silicona que permite la fecundación y el desarrollo de embriones en el útero, sin cultivos

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Los niños probeta, concebidos en el laboratorio, podrían tener sus días contados. Médicos del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), en colaboración con la Universidad Libre de Bruselas (Bélgica), han probado con éxito una fórmula que desplazaría la tradicional fecundación in vitro por tratamientos que imitan la gestación natural. La nueva estrategia, llamada fecundación in vivo, utiliza un dispositivo intrauterino que acaba con el cultivo de los embriones en el laboratorio. Desde las primeras horas, el embrión se desarrolla en el útero de la madre.

La técnica podría reducir los costes de los tratamientos de reproducción asistida pero, sobre todo, hacerlos más seguros. Los primeros ensayos del IVI con 20 pacientes, dirigidos por Carlos Simón, demuestran que los embriones tienen más posibilidades de sobrevivir y menos riesgo de sufrir alteraciones cromosómicas.

En los tratamientos de fecundación in vitro convencionales, la fecundación se realiza en el laboratorio. Los ovocitos fertilizados no se transfieren de forma inmediata al útero; se mantienen entre dos y cinco días en una incubadora con un medio de cultivo apropiado. Sólo cuando alcanzan el desarrollo óptimo, se eligen los embriones más saludables y se implantan en la futura madre a la espera de que se produzca el embarazo.

La nueva estrategia evita el crecimiento del embrión en un medio artificial. Tras la fecundación, los óvulos se introducen en una cápsula perforada de silicona que se aloja en el interior del útero, como si fuera un DIU. El dispositivo actúa como una incubadora en miniatura, aunque sin artificios.

El embrión crece desde las primeras horas en su medio natural, en las mismas condiciones de luz, temperatura y nutrientes que tendría si hubiera sido concebido sin interferencias técnicas. Entre dos y cinco días después, la cápsula se recupera y se eligen los embriones más óptimos para la gestación. Al extraerlos se podrían hacer análisis para descartar defectos genéticos. Los elegidos -no más de tres- se vuelven a implantar en el útero.

Tecnología suiza

Anecova, una empresa suiza, ha diseñado esta incubadora intrauterina en miniatura. Fabricada en silicona su longitud no supera los 5 milímetros de longitud y el milímetro de anchura. Sus paredes de silicona están perforadas con 360 orificios para que los embriones no queden aislados. De momento, sólo se ha probado a introducir los óvulos ya fecundados (embriones), pero el dispositivo también permitiría realizar todo el proceso desde el comienzo. Es decir, introduciendo los espermatozoides y los óvulos en la cápsula para que la concepción se produjera en el útero. En su medio natural y sin pasar por el laboratorio.

El Instituto Valenciano de Infertilidad se embarcó en este proyecto hace cuatro años. La Agencia Española del Medicamento no autorizó la utilización del dispositivo y tuvo que emigrar a Bélgica para realizar el primer ensayo piloto.

Con la colaboración de la Universidad Libre de Bruselas, probó la fecundación in vivo en 20 pacientes. «Un pequeño ensayo con resultados muy satisfactorios que demostró que el embrión crece mejor en el interior del útero materno, por excelentes que sean las condiciones del laboratorio», explicó ayer Carlos Simón, director científico del IVI. Al comparar los resultados de embriones concebidos por fecundación in vitro tradicional a los madurados en la cápsula intrauterina se comprobó que además puede ser una técnica más segura. «Vimos que se reducían las alteraciones cromosómicas entre un 15 y un 20%».

En la concepción natural, los óvulos fecundados no pasan los primeros días de desarrollo en el útero, sino en las trompas de falopio. En el ensayo realizado en Bruselas no sólo se ha comprobado que las condiciones del útero «son similares e incluso mejores» que las de las trompas. «Hemos roto un dogma aceptado», señala Simón.

El estudio realizado en Bruselas posibilitó la obtención del marcaje europeo (CE), un requisito indispensable para su utilización en España sin trabas legales. Ahora el IVI planea un ensayo clínico más amplio con 80 pacientes en tres de sus centros (Madrid, Valencia, Sevilla) y en Bruselas. Y un tercero, internacional, en el que colaborarán además centros británicos, alemanes y suizos.