Un sueño de política social: más dignidad y menos café para todos
Nos volveremos a echar las manos a la cabeza el día que otra persona en situación de inDependencia acabe muriendo o quitándose la vida por no conseguir llevar una vida digna. Entonces se reabrirá el debate sobre el derecho a una muerte digna de aquellos cuya vida se percibe sin dignidad debido a su situación, tan temida, e inexorable para todos con el paso del tiempo. Y los más progresistas la defenderán a capa y espada mientras los sectores más conservadores se opondrán de nuevo, como siempre.
Actualizado: GuardarTambién, como siempre, nadie se dará cuenta de que se acaba de aprobar una ley que debería garantizar la dignidad de las personas que viven en situación de inDependencia. Una ley que sólo está sirviendo para prorrogar nuestra falta de dignidad, adornándola con míseras paguitas, nuevos centros de reclusión (residencias), o uso de servicios que ya existían que los políticos de todo color revenden sin rubor.
Los nuevos recursos se dilapidan en miles de nuevos profesionales y cientos de edificios y campañas mediáticas que intentan convencer a todo el mundo de las bondades de un sistema que no da soluciones para nadie, sino café para todos. Las Comunidades Autónomas se enzarzan en una guerra de política partidista que tiene como rehenes a personas de segunda ciudadanía tradicionalmente discriminadas y faltas de derechos. Personas cuya dignidad se ve mermada día a día porque se dan cuenta de que su vida es minusvalorada por la sociedad y su igualdad de derechos y oportunidades nunca parece disponer de los recursos adecuados en la agenda pública.
Algunos, como no, están agradecidos por el mísero avance conseguido: algo es algo. Otros, acostumbrados a sobrevivir a su manera discriminados en las sociedad sin siquiera percibir dicha discriminación, entienden que estamos mejor ahora y que no se puede pedir más, ya que no debe ser la sociedad en su conjunto la que corra con los gastos de la diferencia de los individuos, sino que cada uno debe apechugar con lo que le ha tocado.
Los menos, aquellos que buscamos la plena dignidad en nuestra diferencia y en nuestra vida diaria conviviendo con la inDependencia, los que luchamos contra aquellos que preconizan que una vida así no es digna, los que entendemos que nuestra realidad es una cuestión de Derechos Humanos, los que sabemos que nuestros derechos están escritos en muchos, demasiados papeles sin que haya realidades. Esos pocos, somos los que dijimos que este sistema estaba mal hecho, jurídica, política y económicamente. Somos los que demandamos políticas sociales que garanticen la dignidad de la ciudadanía, políticas sociales de verdad, hechas por y para las personas.
Somos conscientes de que se nos utiliza políticamente, se nos define por nuestra inDependencia, se justifican grandes presupuestos en nuestro nombre, se nos discrimina permanentemente, no se nos garantiza la igualdad de oportunidades, se nos encierra sin reflexión en centros de reclusión, por falta de opciones, y no se respetan nuestros Derechos Humanos.
Por ello pedimos a quien gobierne en la próxima legislatura que reforme esta Ley, al estilo de otros países europeos, de manera que se garantice su financiación sin guerras entre Comunidades Autónomas, de manera que se den soluciones y prestaciones pensadas en el respeto de los Derechos Humanos de aquellos que vivimos en situación de inDependencia. Una Ley en la que se nos den los diferentes apoyos de los que precisamos cada uno de nosotros, de manera podamos vivir en nuestras casas, participar en la vida de nuestra comunidad, entrar en sus bares, cines y restaurantes, en sus centros de formación, en sus centros de trabajo, en sus medios de transporte, etc. sin tener que pagar por ello más que el resto de la ciudadanía; sin pagar por ser diferentes.
Los que buscamos la plena dignidad en la inDependencia hemos levantado la cabeza que la sociedad mantuvo gacha toda la historia, sin que ni siquiera nos diéramos cuenta. Hemos descubierto que somos seres humanos cuya vida tiene el mismo valor que la del resto de los ciudadanos. Hemos observado como se hacen políticas para nosotros que nadie quiere para sí mismo.
Hemos descubierto que podemos soñar con políticas sociales que garanticen nuestra dignidad en vez de dar café para todos. Ahora sólo esperamos que los futuros gobiernos hagan de nuestro sueño una realidad.
No compramos café, tenemos un sueño de vida digna.