Comecuras
El nuevo culebrón de TVE 1, La señora, incluye entre sus escenas promocionales un hermoso beso entre una dama y un cura. Desde luego, es una forma eficaz de llamar la atención. En El hormiguero de Cuatro, producción de Gestmusic, Pablo Motos, en animada conversación con Jesús Vázquez, entre chacotas anticatólicas, denuncia el elevado número de homosexuales que hay en las filas del clero. Se referían también a cierto alarde comecuras de Wyoming en El intermedio de La Sexta, producción de Globomedia. Nada que nos espante después de ver el especial antiepiscopal de La noria de Telecinco, hace un par de semana. Se diría que hay una suerte de competición por ver quién es más anticlerical. Todo esto empezó con el Cristo cocinado por Krahe en Lo + Plus y desde entonces no ha parado, al revés: se acelera.
Actualizado:Es muy interesante ver el papel que juega -más bien no juega- la religión en la televisión española. Fuera de la programación cultual de La 2 y de la ocasional cobertura de acontecimientos especiales, la religión no existe. Esto es consecuencia de la organización de la vida social española sobre bases estrictamente laicas, en la línea con la progresiva desacralización de las sociedades contemporáneas. Ahora bien, en los últimos años hemos visto aparecer una veta expresamente antirreligiosa, orientada a minar cualquier dimensión sagrada en la vida de la gente. Esa veta se presenta de manera transversal en distintos segmentos de la parrilla, pero sobre todo en los programas de entretenimiento, donde hay menos cortapisas profesionales. Hasta la fecha, las agresiones o desdenes hacia segmentos sociales concretos -homosexuales, inmigrantes, mujeres, musulmanes, ahora los católicos- solían venir paliados por la autocensura: uno sabe que no debe herir gratuitamente y se calla. Lo que pasa es que la autocensura se ha vuelto unidireccional: callan los heridos mientras gozan de carta blanca los agresores. Aparece un nuevo tipo de autocensura que consiste en no protestar, no sea que vayan a decir que eres poco progresista. Pues bien: yo protesto. Creo que este anticlericalismo televisivo sólo sirve para hacer más áspera la convivencia.