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Israel mata a 17 palestinos, incluidos 5 niños, en otra sangrienta jornada en Gaza

La muerte de un judío el miércoles víctima de un cohete artesanal ha provocado una oleada de bombardeos Los pequeños jugaban al fútbol cuando les alcanzó un misil

LAURA L. CARO
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La furia militar israelí se desató ayer por segundo día consecutivo sobre la Franja de Gaza con una tormenta incesante de bombardeos aéreos que, al cierre de esta edición, no sólo habían dejado tras de sí diecisiete muertos, sino que, además, batieron el trágico récord de derramar entre ellos la sangre inocente de cuatro niños -tres de una misma familia-, que fueron liquidados por un misil en el campo de refugiados de Jabalya. Un quinto, de 12 años, fallecería víctima de las heridas ya el hospital.

Según fuentes médicas consultadas en la Franja, el grupo fue alcanzado por el fuego hebreo cuando jugaba al fútbol cerca de una batería lanzacohetes. Las Fuerzas Armadas judías rehusaron hacer ningún comentario al respecto.

Una jornada después de que un cohete artesanal palestino acabara en Sderot con la vida de un ciudadano israelí por primera vez en nueve meses, las tropas de Tel Aviv sellaban con estos asesinatos una de las mayores matanzas de menores perpetradas en Gaza en los últimos tiempos, habida cuenta de que la artillería judía había abatido el miércoles a otros tres adolescentes de entre 10 y 14 años y a un bebé de seis meses, que pereció durante un ataque al Ministerio del Interior de Hamás.

La presencia de los cadáveres de estos nueve niños entre los al menos treinta muertos palestinos causados por el Ejército hebreo en las últimas 48 horas, ponía ayer en entredicho la cacareada 'contención' de la estrategia militar que Israel despliega en Gaza en nombre de la autodefensa frente a los proyectiles Qassam que siguen impactando en su territorio. También dejaban en evidencia las presuntas consignas de golpear tan sólo objetivos terroristas seleccionados, repetidas hasta la saciedad por el primer ministro, Ehud Olmert, que, desde Japón, todavía trataba ayer de convencer de la supuesta limpieza quirúrgica de las operaciones de sus soldados, asegurando que la campaña armada en curso no supone «riesgo para la vida de la gente» en la Franja. «Lo único que le pedimos a los palestinos -proclamaba rayando el cinismo- es que dejen de matar a israelíes inocentes».

De visita oficial en Tokio, Olmert se entrevistó con la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, que el próximo lunes viajará a Jerusalén, y que ayer acertó poco más que a expresar su «preocupación» por la muerte de «las personas inocentes y la situación humanitaria en Gaza». También pidió que «los disparos de cohetes cesen», en alusión a los más de cincuenta Qassam que han caído sobre suelo judío en los últimos dos días, causando también heridos y daños materiales en viviendas y fábricas hebreas.

Pagarlo «caro»

Ya en Jerusalén, y a pesar de que Olmert insistió en sugerir que no habrá una operación militar de gran envergadura en Gaza, el ministro de Defensa, Ehud Barak, insistía ayer en lo contrario al advertir que tal hipótesis es «real y tangible». «Debemos estar preparados para una continua escalada», decía antes de reeditar la amenaza oficial de que el objetivo es Hamás, y «pagará muy caro lo que está haciendo».

Al menos cinco de las víctimas mortales registradas ayer pertenecían al movimiento islamista, incluido el hijo de un veterano diputado del partido, Jalil al-Haya, que en la morgue agradeció a Dios haberle otorgado con esta muerte «el regalo» de sumar en su familia «el décimo miembro con el honor del martirio».

El otro mensaje a Hamás fue el bombardeo de una comisaría a doscientos metros de la vivienda en el campo de refugiados de Shati del depuesto primer ministro y líder de Hamás, Ismael Hanniya. Murió un hombre. Hanniya se encuentra hace semanas en paradero desconocido por temor a ser asesinato por Israel.