MUNDO

Un cinturón para Melanie

Algunos regalos artesanales fue lo único que pudo enviar esta vez Ingrid Betancourt a su familia. «Traigo unos detallitos que manda. Cuando nos vimos por última vez con ella se quitó el cinturón que había hecho con mucho esfuerzo, tejiendo, para que se lo entregara a su hija Melanie», señaló el ex congresista Luis Eladio Pérez, compañero de cautiverio hasta que fueron separados el pasado día 4.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Un poco antes, Melanie Delloye, fruto del primer matrimonio de la política, se mostró «extremadamente angustiada» por el estado de salud de su madre. «Está viva, pero no sé por cuanto tiempo», dijo. Su abuela, Yolanda Pulecio, no puede reprimir el llanto al escuchar los nuevos y alarmantes detalles sobre la salud de la política secuestrada.

La guerrilla no permitió esta vez la entrega de pruebas de vida. Pérez traía unas cartas de tres contratistas estadounidenses para George W. Bush, pero se las confiscaron en un registro. Sin embargo, logró salvar la que el capitán Juan Carlos Bermeo, secuestrado hace casi diez años, escribió a su madre.

Enfermos

Ya en libertad, con todo tipo de enfermedades tropicales y aquejados de dolencias físicas y mentales, Gloria Polanco de Losada, Luis Eladio Pérez, Orlando Beltrán y Jorge Eduardo Géchem desgranaron sus momentos más dramáticos. «En ocasiones nos quitaban las botas y nos hacían caminar descalzos (...). Vivíamos encadenados. Todos hemos tenido leishmaniasis, paludismo...», afirmó Pérez sin poder contener el llanto. «En los años que estuve secuestrado, sólo una vez nos dieron atención odontológica, no hay medicamentos», agregó.

Pérez, ex congresista de Nariño de 50 años, relató una fallida fuga de seis días junto a Ingrid. La estaban planificando cuando, al ver que los guerrilleros comenzaban a cercar el campamento como si fuera un campo de concentración, adelantaron sus planes y escaparon el 20 de julio de 2005 con medio pan, tres anzuelos y algunas galletas. «Era en ese momento o nunca», recordó. Reveló que nadaron por los ríos y comieron pescado crudo. Pero la tensión, la hipotermia, y la carencia de alimentos, junto a una crisis de diabetes, pudieron más que su voluntad. Se entregaron a los guerrilleros, que los castigaron con crueldad, atados cada uno a un árbol.