Se la juegan en Teruel
LA planificación de las caravanas electorales demuestra que por mucho que los candidatos se esfuercen en parecer ubicuos, ni pueden serlo ni dedican los mismos esfuerzos para persuadir al electorado, porque siendo todos los votos imprescindibles, algunos resultan mucho más necesarios que otros. Ayer, José Luis Rodríguez Zapatero se desplazó desde Bilbao a La Coruña, mientras que Mariano Rajoy se dirigió a su militancia en Alicante y Murcia. Ninguno de los dos viajes resulta aleatorio y, curiosamente, se complementan: Vizcaya y la provincia gallega son dos de los territorios que perderán en estas elecciones uno de los respectivos escaños que aportan al Congreso al haber sufrido un recorte en su población, al tiempo que los ganarán precisamente Alicante y Murcia por el motivo contrario. De modo que el primer factor que ha obligado a los partidos a reconsiderar sus estrategias electorales tiene que ver no con sesudos análisis sobre eventuales corrimientos de votos, sino con un elemento que escapa a su control como son los cambios demográficos. Además de Vizcaya -donde el asiento perdido baila entre el PNV, los socialistas y los populares- y de La Coruña -donde los dos grandes partidos empatan a cuatro diputados, por uno del BNG-, también verán mermada su representación Soria y Córdoba. Lo que automáticamente ha convertido en más jugosos los sufragios en Toledo y Almería.
Actualizado: GuardarEstos comicios se dilucidarán, de hecho, en apenas la mitad de las 52 provincias por las que pugnan los dos grandes partidos. El escrutinio de la excepcional convocatoria de hace cuatro años certificó que los socialistas precisan de los graneros de Andalucía y Cataluña para reeditar su triunfo. Pero esa certeza no significa que estén en condiciones de descuidar flancos quizá menos atractivos en el argumentario general de la campaña, pero que pueden acabar resultando al menos tan decisivos como los dos nuevos escaños que confía en alcanzar Carme Chacón por Barcelona a costa del desgaste de los nacionalistas. Constatar que Zapatero y Rajoy se la juegan en Teruel no constituye una licencia literaria: hace cuatro años, los socialistas arrebataron el segundo diputado de esa provincia a los populares por un número de votos tan valioso e inseguro como 232; es decir, si una decena de familias opta por cambiar de papeleta, el PSOE perderá la ventaja conseguida entonces. En Cuenca ocurre justo lo contrario, porque son los populares los que intentan que sus contrincantes no acorten una distancia de apenas 6.000 sufragios. Aunque donde la formación conservadora deberá redoblar su maquinaria es en Gerona si quiere consumar un objetivo casi de carambola: recuperar el escaño que perdió en 2004, sumarlo a la cosecha nacional y restárselo, además, a ERC, potencial socio de Zapatero. Rajoy, que habrá de superar el examen personal de Madrid -donde arrasan Aguirre y Gallardón-, tiene previsto viajar a Teruel el próximo día 6. En la agenda electoral del candidato Zapatero, Teruel no existe.