Heredera del baile brujo
Con 18 años, esta granadina acaba de saltar a a primera línea del flamenco gracias a su memorable actuación en el Festival de las Minas
Actualizado:Cuando tenía ocho años se subió al tablao de la Peña de la Platería, y su madre supo al instante que la niña le saldría bailaora. Desde entonces ha pasado una década escasa (el miércoles cumplió la mayoría de edad), pero el vaticinio familiar no es ya una cuestión de futuribles, porque Patricia Guerrero quiere y sabe, que son los dos verbos a conjugar por cualquiera que aspire a triunfar, aunque sea en la acepción más modesta del término.
A los diez años bailó por alegrías en el Festival Flamenco del Albayzín, y compartió cartel con Juana Amaya. Su formación está marcada por nombres como Mercedes Ruiz, Manuel Liñán, Rafaela Carrasco y Eva la Yerbabuena. «Todavía me costaba ponerme a ensayar, en vez de salir a la calle con mis amigas -confiesa-, aunque pronto fue al revés y empecé a dedicarme a esto con todas mis fueras». Desde 2006, su carrera ha transcurrido de éxito en éxito. Formó parte de la Compañía de Mario Maya, con quien presentó El diálogo del amargo en los primeros teatros nacionales y cosechó grandes críticas. Aunque quizá el punto de inflexión definitivo haya llegado de la mano del Festival Internacional del Cante de las Minas de La Unión, donde obtuvo el trofeo Desplante.
«No he cambiado en absoluto mi forma de bailar, aunque sí siento más responsabilidad, porque sé que desde entonces hay gente que me mira con lupa», explica. Esta noche, en la Sala Compañía, pretende brindar una selección de lo mejor de su repertorio: seguiriyas, alegrías con bata, y cierre por tarantos.
Tras su paso por el Festival, Patricia Guerrero espera que esa transición, compleja pero inolvidable, de promesa a realidad «llegue gracias a mucho trabajo, mucha dedicación y mucho respeto por el flamenco».