Los colgantes de Peggy Guggenheim
Peggy Guggenheim, hija de Benjamin Guggenheim, hombre de negocios muerto en el hundimiento del Titanic, y sobrina de Solomon R. Gugggenheim, fundador del Museo Guggenheim de Nueva York, es una de las piezas clave en el devenir comercial de los surrealistas. Apasionada del arte y los hombres, fue amante de varios de ellos; así se familiarizó con el arte de una manera compulsiva. Llegó a presumir de adquirir una obra cada día.
Actualizado:El surrealista francés Yves Tanguy le dedicó dos colgantes, hechos de plata, oro, perlas y óleo sobre concha; en ellos aparecen dos imágenes surreales muy propias del pintor en la época; se dirían dos paisajes submarinos con unas extrañas formas; uno azulado y el otro rosaceo. Hoy pertenecen a una colección particular neoyorquina sin identificar.
«Estaba tan emocionada que no era capaz de aguardar a que se secaran y estropeé uno porque me lo puse antes de tiempo; así que que le pedí que me pintara otro. Los dos primeros eran rosas pero el que hizo luego era azul», explica Peggy en sus memorias, Confesiones de una adicta al arte, publicadas en 1980, tras su muerte en Padua el año anterior. En los años 30, Peggy expuso a los surrealistas en su galería de Londres; al acabar esa década fue artífice además de que bastantes de ellos y el propio Breton recalaran en EE UU ante el estallido de Segunda Guerra Mundial.
En 1941, tras el fracaso de su primer matrimonio, se unió a Max Ernst, pero su relación sólo duró cinco años; en medio, regresó a Nueva York para abrir la galería Art of This Century, debida a su amigo el arquitecto surrealista Frederick Kiesler. El día de la inauguración Peggy se puso uno de los pendientes de Tanguy y otro que le había regalado Alexander Calder; de esta manera quería significar su imparcialidad entre surrealistas y abstractos.