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El verbo en la bodega

Apóstoles y evangelistas del flamenco: Toma 1

Las tertulias en San Ginés dan un giro reivindicativo en el Día de Andalucía

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Será porque los andaluces no acaban de levantarse, y ya nadie pide ni tierra ni libertad, que el arte se ha contagiado del frío inmovilismo de las instituciones, y las tertulias y las ruedas de prensa se han convertido en el escenario ideal para las veneraciones recíprocas, los panegíricos agradecidos, y ese obligado gracejo de manual que gastan algunos ilustres del ramo.

La de ayer fue una excepción a la regla deshonrosa de utilizar el micro como púlpito permanente para alabanzas, intereses y apologías, y adquirió, aunque fuera en algunos instantes puntuales, el brillo reivindicativo que se le presupone a los discursos jóvenes y descastados.

Los promotores de esa genialidad que se llama Utra High Flamenco se sublevaron contra el circo mediático que hace de la práctica del arte más rancio una apuesta segura. Con Bolita a la cabeza, pidieron apoyo y respeto para los músicos que, como sus mendas, tienen el coraje para componer, fusionar y arriesgarse, no sólo con un directo arrollador, sino también con un lanzamiento discográfico autoproducido. Ellos se lo guisan y ellos se lo comen, o lo intentan, ya que, como insistió más en broma que en serio el guitarrista jerezano, que lloró sobre las tablas: «Comprarse el disco, hombre, que la cosa está muy mala y no saben ustedes lo que cuesta sacar adelante un trabajito como este».

El segundo en salirse del guión fue el crítico José María Castaño, quien pidió a la concurrencia que luchara contra «la amnesia colectiva que sufre esta ciudad». Utilizando la presentación de la biografía de Sernita como excusa, espetó: «Van a cumplirse cien años de Agujetas El Viejo, y aquí no se mueve nada. También pasó el centenario de Javier Molina, sin pena ni gloria. Y entre los vivos, todavía estamos esperando a que se le de el sitio que se merece a Manuel Morao».

Puestos a rematar la faena, el representante de la editorial Carea, exigió «que no nos falle la memoria no sólo con respecto a poetas y cantaores; tampoco podemos olvidarnos de esos evangelistas, de esos apóstoles del flamenco, que han sido los escritores y teóricos».