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Sociedad

Margarita Salas, la primera mujer que guarda un legado en la 'Caja de las letras'

El bien más valorado por un investigador, su cuaderno de bitácora, suele estar guardado bajo llave. No por nada en particular, ya que cada científico tiene su forma de trabajar, sino porque estas hojas personales e intransferibles contienen la base de futuros hallazgos para la humanidad. Ésta y no otra fue, quizá, la lección más importante que Severo Ochoa inculcó a la entonces veinteañera Margarita Salas, su discípula más fiel.

MATEO BALÍN
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Ocurrió en su laboratorio de Nueva York, en 1964, donde el Nobel de medicina, metódico y riguroso con el trabajo diario, apuntaba escrupulosamente cada paso de sus experimentos.

Con este recuerdo flotando en el ambiente, la bioquímica y académica de las Ciencias y de la Lengua en España, Margarita Salas (Oviedo, 1938) se convirtió ayer en la primera mujer en guardar un legado personal en la Caja de las letras, la antigua cámara acorazada del Instituto Cervantes de Madrid. Antes lo habían hecho escritores de la talla de Francisco Ayala y Antonio Gamoneda (ambos premio Cervantes), el poeta Carlos Edmundo de Ory y el pintor Antoni Tàpies.

Aunque por regla general los invitados no suelen revelar el contenido del documento, Salas hizo una excepción. Como si de un guiño a su maestro se tratara, la científica depositó en la caja dorada número 1.568 su primer cuaderno de protocolos de investigación, fechados en Nueva York en 1967 y que permanecerá bajo llave hasta dentro de una década.

«Los protocolos son cuadernos donde apuntamos los experimentos y las conclusiones. Algunas veces sale bien y otras mal, pero en definitiva este legado es el resultado de mi trabajo junto a Severo Ochoa», señaló la científica antes de revelar que el mismo contiene un encargo del profesor: determinar la dirección de lectura del mensaje genético, de izquierda a derecha o viceversa, y que Salas logró descifrar.

El legado de Ochoa

Con 45 años de investigación a su espalda, la pionera de la biología molecular en España (junto a su marido Eladio Viñuela), aseguró que este legado «es un reconocimiento a la labor de los científicos» y señaló que si Severo Ochoa hubiera estado en su lugar «seguro» que hubiera guardado protocolos, «porque él era muy riguroso con el trabajo diario». Margarita Salas aprovechó el encuentro para vaticinar un «futuro prometedor» al campo de la genética.