Muchos más datos pero menos creíbles
Nunca una campaña electoral se había mostrado más desbordante de promesas y ofertas, y tampoco antes habíamos podido asistir a un desfile tan abrumador de cifras y datos estadísticos. Lo que está resultando más cuestionable es la fiabilidad de estos últimos, utilizados como munición de campaña, y prácticamente imposibles de verificar por parte de los electores.
Actualizado:La legislatura empezó muy condicionada por la polémica a cuenta de las flujos fiscales y financieros entre territorios. De la negación del déficit catalán se pasó a su reconocimiento. Pero la carencia pública de unas únicas cuentas a las que remitirse en tan delicada materia amenaza con seguir perturbando el debate sobre la financiación autonómica, sobre todo si el Tribunal Constitucional se pronuncia críticamente en este capítulo del Estatut. En puertas de la campaña electoral, fue el PP el que acusó directamente al Banco de España e indirectamente al INE de administrar los datos de la economía de manera favorable al optimismo gubernamental.
A estas alturas, sólo los más entusiastas se aferrarán a las estadísticas y gráficos que jalonan el discurso de sus respectivos candidatos. Pero en el ambiente queda un rastro pernicioso de escepticismo y desconfianza.
Si ni siquiera las referencias matemáticas son creíbles, la duda no sólo alcanza a la opinión que cada elector puede formarse sobre la situación actual y las perspectivas. Afecta a la solvencia de la propia política, convertida en un ejercicio de prestidigitación interesada de los porcentajes.