Andalucismo, hoy
La celebración del Día de Andalucía en el tramo central de la campaña electoral puede y debe servir para evitar la diatriba partidista y formular una reflexión acerca de los desafíos y problemas de fondo de esta comunidad, sus aspiraciones y su necesidad de consensos básicos, como el que posibilitó la reforma del propio Estatuto refrendada hace un año, cuyo desarrollo precisaría abordarse también desde el acuerdo. La jornada festiva de hoy brinda una oportunidad de sosiego, sobre todo tras el debate celebrado el martes entre los cuatro candidatos; debate que reflejó el desencuentro provocado por la tensión preelectoral que suscitan unos sondeos que dibujan un escenario de continuidad tras el 9M..
Actualizado: GuardarEl carácter reivindicativo del Día de Andalucía y el andalucismo se ha diluido considerablemente durante la última década y media. En la transición constituyó una poderosa semilla de movilización, un factor determinante para que Andalucía optara a formar parte del grupo de comunidades históricas regidas por el artículo 151 de la Constitución, entre las que se ha distinguido por aportar equilibrio frente a las tensiones centrífugas.
La consolidación de los estándares de bienestar ha apagado esa llama que en buena medida respondía a la reivindicación de dignidad de un pueblo históricamente postergado antes que a un movimiento de carácter nacionalista. De una idea asociada especialmente al Partido Andalucista se pasó a que el PSOE capitalizara dicho sentimiento cuando hace 28 años supo liderar el referéndum del Estatuto. Pero el propio desarrollo autonómico ha contribuido a que hoy nadie pueda, en buena ley, reivindicarse más andalucista que nadie.
Hoy el andalucismo no puede consistir únicamente en la justa demanda de solidaridad al resto de España. Ha de representar sobre todo el compromiso de orientar las amplias atribuciones que la autonomía concede a nuestras instituciones hacia el bienestar de todos los andaluces, propiciando la modernización y la cohesión social y territorial.
Andalucía es una comunidad tan vasta como Austria y el doble que Dinamarca, con ocho millones de habitantes repartidos en dos áreas que históricamente se han mantenido distanciadas. Las inversiones en infraestructuras están posibilitando la vertebración de la comunidad; y más allá de la red de autovías, próxima a completarse, ésta parece la comunidad más decidida a promover la Alta Velocidad ferroviaria.
La Andalucía autónoma ha de ofrecer su propio lugar a aquellos intereses locales o provinciales que las instituciones deberán integrar con los objetivos de toda la comunidad. Pero también para ello será necesario que se superen los recelos, animadversiones y desconfianzas, tantas veces instrumentalizados en la pugna partidista, para evitar que la cuota territorial lastre las posibilidades que se le presentan a Andalucía en su conjunto.