'El capullo' y los pronósticos
S i Miguel Flores fuera el Xerez Club Deportivo -Dios no lo quiera-, el equipo de este pueblo jugaría la semana que viene contra la Roma o el Liverpool. Cada vez que la crítica y cierta parte de la afición lo da por acabado, aparece El Capullo cantando como Dios y te da un bofetón por descreído. Justo lo contrario que el Xerez con los Nosferatu locales vaticinando la subida a primera.
Actualizado: GuardarViene a cuento el símil futbolístico porque, según mi amigo Juan, que, amablemente, me cede este velador del Bar Shema para perpetrar estas columnas, Miguel Flores era un jugador que derrochaba clase, especialmente en los lanzamientos de falta. Eran los tiempos del Flamenco C.F, las camisetas de lunares y el campo del Don Bosco; ya entonces tenía fama de polémico por protestón.. Y es que, la verdad, verte venir al Capullo dando voces, teniendo tarjetas en el bolsillo es para no pensarselo: directo al vestuario.
Así es el Capullo como cantaor, desaparece durante gran parte del partido, digamos 80 minutos, y de pronto aparece, te hace una caño por bulerías, un sombrero por tangos y marca de espuela gustándose en los tientos.
O eso, o aparece Miguel cabreado con el árbitro, el linier, el tío del sonido o el de la iluminación; El Capullo terminando el partido cuando le sale de los mismísimos.
Hoy veré a Miguel Flores Capullo de Jerez en Los Apóstoles, y he preferido escribir sobre él antes de saber si va a jugar Mágico González o se va a quedar dormido en el vestuario.A mí me da exactamente igual, hace ya muchísimo tiempo -quizás él recuerde cuando los contraté a él y a Luis de la Pica en el 87- que él tiene la moneda y es uno de los pocos que puede cambiarla. Y ahora que lo pienso, tampoco está mal esta última comparación, porque tanto Mágico como Capullo, además de ser dos genios, son incómodos de mirar, feos hasta darle un susto al miedo.
Yo todavía estoy viendo la cara de espanto del difunto Giovanni Humberto Agnelli y los demás italianos cuando Miguel y Luis empezaron a cantar. Y los abrazos que les dieron cuando acabaron. Si es por mí que lo sigan enterrando, El Capullo es Rambo.