DE ESTIRPE FLAMENCA. La sevillana María José León trazó pinceladas de baile por derecho en la soleá por bulería. / T. SÁNCHEZ
Cultura

con pena y sin gloria

Ecléctica acogida de Jerez a un baile carente de emociones de María José León

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Poca afluencia de público para la cita esperada del baile femenino y ecijano de María José León. Misiva nocturna de cursillistas, que acostumbran a concentrarse en estos emplazamientos para comentar los aprendizajes del día, el tiempo que les queda en la ciudad, y explotar al máximo la vida que se empieza a notar en estos días en la ciudad. Quinto día de festival, con triunfo inconmensurable de Isabel Bayón, que dejó el listón de los tacones y tachuelas bien alto, y que cesó para dejar rienda suelta al ciclo de La Compañía en su horario de medianoche.

Difícil lo tuvo León, después de semejante explotación de fuegos artificales de Bayón para convencer a los clientes que pidieron cita para pasar por su consulta, en las tablas del escenario.

Descendiente de una herencia cantaora, de genética ecijana, María José León apareció tarde y poco acertada de vestuario, para echarse a sus espaldas el final del comienzo por martinetes, excesivo en el tiempo, en la interpretación por tangos con continuas llamadas a las diferentes zambras de Manolo Caracol, con giros musicales de fandangos que volvían al inicio del compás de 4x4. La Salvaora, Carcelero, Malvaloca, como homenaje a la copla, que más pareció un guiño al exitoso producto televisivo de la cadena andaluza que un guión premeditado del discurso de su tesis. Remata asombrosamente con rumbas Bambineras con letras del genio sevillano Caracol.

Cante por soleá como puente musical donde el cantaor El Ecijano demostró un talento sobradamente resuelto para estos estilos, acompañado de Sebastián, que cargó con el peso de la obra.

Pinceladas por derecho

Fue en la soleá por bulería donde sí hubo pinceladas de baile por derecho, a fogonazos, que provocaba una disyuntiva gélido-ardiente que no supo a manjar de manjares. Más compás de amalgama en las bulerías de tintes jerezanos y gaditanos se escucharon en los tiempos de cambio de vestuario, para imprimir las últimas gestas de la noche en los diferentes remates que provocaron algo al público, que reaccionó tarde, pero reaccionó, para recoger los tímidos aplausos que le dedicó cada uno de los asistentes en la Sala Compañía. Falto de emoción y sensualidad, el baile de la sevillana quedó aislado y soslayado sobremanera a la dependencia del cante, que dirigía el guión de la película. Pasos firmes y estudiados, que no dieron con las clave del éxito fue la tónica dominante.

Se echó en falta la interpretación cantaora de El Ecijano, que fijó su puesto de actor secundario en una secuencia familiar de artistas con su hijo a la guitarra, y demás elementos conformantes del elenco.