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Del luto a la luz, de la mano de Rafael Amargo
El coreógrafo pone en escena en el Villamarta 'Tiempo muerto', un espectáculo nacido de su baile
Actualizado: GuardarCon tintes de tragedia y de luto riguroso comienza el espectáculo Tiempo muerto, que Rafael Amargo pondrá mañana en escena en el Teatro Villamarta a partir de las 21.00 horas. A su juicio, esta obra «representa un paréntesis» en su carrera artística para regresar al baile más esencial. Es precisamente María La Coneja, en colaboración especial, la que abre el espectáculo asistida solamente con la luz de un cirio en medio de la oscuridad más absoluta. Mientras, la compañía va tomando sitio con una saeta de fondo.
El propio Amargo pisa el escenario rodeado de misticismo y bailaoras encapuchadas. A medida que avanza el espectáculo, la luz y el color se van abriendo paso en medio de las coreografías que llevan el sello propio del granadino. Para el bailaor, Tiempo muerto es «una vuelta al concepto artístico y creativo del flamenco», algo que ya se vislumbró en su anterior propuesta, Amargo. «Es una mirada atrás para seguir adelante en mi mundo del flamenco», explica el artista que acaba de conmemorar los diez años de vida de su compañía artística.
Tiempo muerto es el sexto trabajo propio del coreógrafo después de éxitos tan sonados como Poeta en Nueva York, Enramblao o DQ...Pasajeros en tránsito. Su primer espectáculo fue La garra y el ángel, estrenado en 1997.
La música será interpretada por acompañantes habituales de Amargo, que ha incluido para este espectáculo cuerdas, madera, bajo, sintetizador y piano, hasta alcanzar los once músicos en directo. Importantes artistas como el propio Juan Parrilla, a la flauta; David Moreira, al violín; Flavio Rodrigues y Eduardo Cortés, a la guitarra; o las potentes voces de Maite Maya, Carmina Cortés y Pedro Obregón.
Homenaje a Lola Flores
El espectáculo -con letras del propio Rafael Amargo- está dividido en diez piezas en las que el coreógrafo baila palos tan variados como el martinete, los tangos, la soleá, el abandolao o fandango de Granada, e incluso se atreve con un homenaje especial a Lola Flores bailando, junto a su compañía, una zambra.
El montaje ha contado, además, con el vestuario creado por Amaya Arzuaga y con la firma de Nicolás Fischtel en la iluminación.
«Rasmia significa fuerza y coraje para hacer bien cualquier cosa». Así explicó ayer Miguel Ángel Berna la génesis de la propuesta que ofrece esta tarde en la Sala Compañía, dentro del ciclo Con nombre propio (19.00 horas). Basada en el folkclore aragonés, en la obra «no va a haber una jota tal cual», explicó el bailarín: «Lo que me inspiró a ver otras cosas fue ver que en los festivales a los que voy el público era mayor, ancianos, no había gente joven. A mí eso siempre me ha dolido mucho».
Berna quiso relacionar el flamenco con la jota de su tierra natal: «Dicen que el origen de las alegrías de Cádiz está en la jota aragonesa». Lamentó que este baile tradicional «no haya evolucionado tanto como el flamenco.
Todavía siguen con el cachirulo (pañuelo) en la cabeza».
Sobre Rasmia -en el que habrá un variadísimo acompañamiento musical con instrumentos tradicionales- aseguró que «no tiene trampa ni cartón».
vmontero@lavozdigital.es