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Jerez, cumbre iberoamericana
El sello Flamenco World Music presentó sus credenciales en la bodega Los Apóstoles
Actualizado: GuardarLos gustos sobre el flamenco están cambiando. Se percibe desde hace unos años a esta parte y las preferencias estéticas del personal están dando un giro copernicano.
De lo visto y escuchado hasta el momento, se colige que el movimiento de la nueva ópera flamenca hace, cada día, un mayor desembarco. Muchos de los principios que abanderaron aquel movimiento artístico de la posguerra española se van sucediendo. Partiendo del predominio de las voces blancas, el empleo de lo melódico por encima del cante corto, la mezcla de estilos, la resurrección de algunos artistas, injustamente denostados que todo hay que decirlo, como Pepe Marchena, Juan Valderrama o El Sevillano, sin ir más lejos. Y sobre todo, la constante presencia de estilos flamencos derivados de la gama estilística del fandango y del espectro hispano-americano. Vidalitas, guajiras, tangos del Piyayo y milongas, entre otros, ocupan cada vez mayor espacio. El pañuelo al cuello deja paso a la pajarita, el cante de tabanco al flamenco de cámara, que bautizara con certeza el compañero Fermín Lobatón.
Y que conste, esto no es una valoración, sino un intento descriptivo. Esto no es malo, ni bueno, ni todo lo contrario. Sí me parece que es harto positivo para el Festival. Si la muestra internacional se erige en un calidoscopio de las tendencias flamencas, nos está dando la soberana posibilidad de afirmar cuanto decimos. Y esto es interesante porque está acertando en su vocación de escaparate mundial del movimiento flamenco contemporáneo.
Realizadas estas valoraciones previas, la noche de cante y toque de Los Apóstoles tuvo en David y Alfredo Lagos las más destacadas notas de calidad. El jerezano se inició homenajeando al Sevillano con aires por milongas para proponer una aventura personal: fundir la malagueñas de tintes chaconianos con los tangos aguajirados del Piyayo. Don Antonio siguió presente en la siguiriya, en la versión de éste de los cantes de Manuel Molina y de Curro Durce, si bien con algunas modificaciones en el final. Culminó su brillante actuación por alegrías y mirabrás y bulerías en homenaje a La Paquera, el Chozas y El Gloria. Muy bien por los dos.
Encarnita Anillo se fue rozando por momentos. Es el suyo un decir más cercano en la exposición a la canción que al cante. Se inició bien por alegrías y secundó con la malagueña de La Trini y abandolao. Se sumergió en soleá de Alcalá y Triana para seguir con milonga con acento marchenista y un homenaje a La Perla que salvó su raíz gaditana. Muy bien escoltada por Requena y Juan Diego Mateos.Gustaron y mucho los conceptos del guitarrista Jesús Torres por original y por la exhibición de una gran técnica de elegante pulsación y honestidad expositiva en todos los órdenes.
El sello de Flamenco World nace con muy buenos mimbres.