El verbo en la bodega

La importancia de la técnica en el flamenco

Los asistentes a las tertulias aprendieron ayer lo necesario que es utilizar correctamente la voz

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Dicen muchas veces los artistas que de flamenco nunca se sabe todo. Si ellos, que están inmersos en este mundillo las 24 horas del día durante los 365 días del año, tienen lagunas, imagínense las que podemos tener el resto de los mortales. Calixto Sánchez se encargó durante la tertulia de ayer de abrir los ojos a más de uno y de bajar de las nubes a muchos otros. Habló sin tapujos, con las palabras y las expresiones exactas. Y habló mucho, tanto que, la moderadora del acto, Rosalía Gómez, tuvo que avisarle de que le quedaba sólo un minuto más a modo de ultimátum.

«Lo que nadie se ha planteado es que el flamenco sufre modas y que hay cantes y voces que se ponen de moda. No queremos cantar como nosotros sino como lo que oímos», dijo el que fuera durante cinco años director del Centro Andaluz de Flamenco. «Hay un montón de técnicas que los cantaores aprenden por ensayo-error», continuó Calixto Sánchez durante una reflexión que no tuvo desperdicio alguno. «Hay malas colocaciones de voz buscando la tragedia en el cante. Una pamplina con voz rota no emociona», añadió.

Sánchez rememoró a sus maestros: Antonio Chacón, Tomás Pavón, Manuel Torre, Sernita o Manolo Vargas, «todos con las voces perfectamente colocadas» y confesó haber visto a cantaores con cuarenta años «perder la voz».

No está de más, aparte de hablar de la inspiración, el alma, el fuego creativo o los sentimientos, bajar al albero de la bodega, ir de vez en cuando a lo práctico y poner una pica en el Flandes de la vida diaria: que los cantaores tienen cuerdas vocales y pulmones como cualquier otro. «En el mundo del flamenco hay muchos tópicos y pocas explicaciones». Así, el veterano cantaor de Mairena aseguró que «lo que veo en mí se lo digo a los demás». Como en cualquier otro arte, la técnica también juega su papel.