«Los artistas deberían estar fuera del ojo de los políticos»
La actriz madrileña protagoniza esta noche en el Teatro Muñoz Seca 'La Señorita Julia', una obra de August Strinberg dirigida por Miguel Narros
Actualizado:Pese a ser el rostro simpático que se ha colado en los salones de España desde Farmacia de Guardia hasta Aquí no hay quien viva, esta noche le robará el novio a la cocinera en el Teatro Muñoz Seca de El Puerto. Desmarcada de las polémicas sobre cultura en la campaña de las Generales, María Adánez (Madrid, 1976) será esta noche la protagonista de La señorita Julia, un relato sobre las relaciones entre el hombre y la mujer, la condena sentimental de la tensión amorosa que describió August Strindberg en 1888. La historia que se contará habla de la hija de un conde que seduce a su criado.
-Narros ha dicho que esta obra está planteada sobre «diálogos sin rumbo». ¿Cómo se ha enfrentado a ella?
-El trabajo del actor es distinto: hay que ver la obra en toda su complejidad. Intentar leer la función, lo que pide de ti, qué es lo que el personaje tiene de igual y de diferente contigo. Obviamente, va tomando el recorrido de la conversación y la Señorita Julia tiene muchos personajes dentro. La primera parte es festiva hasta que hace el amor, y ahí está su condena.
-¿Cree que el amor es una condena a vivir en tensión perpetua?
-En la función se refleja algo que sufrimos todos: lo difícil que es la comunicación con un ser querido. Que la gente se entienda, ser objetivos, expresar los sentimientos... Al final terminan chocando por la eterna lucha del porque tú y el porque yo.
-Una persona dijo que la gente está para quererla y no para entenderla. ¿Qué consejo da usted?
-Es un dicho maravilloso, desde luego. Hay que tener en cuenta que lo mejor que tiene el ser humano, que es la inteligencia, puede ser un arma de doble filo. No todo debe ser fruto de ella. Hay que sentir, porque si todo es fruto de la inteligencia y la cabeza, el mundo sería una máquina perfecta para todo salvo para sentir.
-Usted ya actuó con él en Salomé. ¿Qué tiene Miguel Narros que no tengan los demás?
-Pues que trabajar con él es un placer. Desde Salomé nos enamoramos el uno del otro y desde entonces ya hablamos de esta obra. Nos hemos entendido muy bien, trabajar con él es muy fácil.
-¿Por qué siempre dicen lo mismo los actores de los directores?
-Porque hay cosas que hacen que te sientas a gusto con un director. Miguel es muy estricto, un gran psicólogo. Y muy especial a la hora de crear un personaje: trabaja como un pintor. Un día da tres brochazos, otro los borra... A otros igual les puede descolocar su método.
-La historia de una persona que se deja seducir por otra a cambio de sus posesiones, un braguetazo... Suena muy común hoy en día, casi rutina.
-Desgraciadamente hay muchos intereses en torno al sexo, pero cada cual es libre de hacer lo que quiera. La vida no es fácil para nadie.
-¿Manda mucho la erótica del poder?
-El poder es fuerza, autoridad, tener las cosas claras y eso atrae. Aunque igual no es para tanto -ríe-.
-¿Si le digo Sarkozy y Carla Bruni?
-¿Usted cree que ahí hay amor? -Ríe-. No lo sé, aunque somos muy mal pensados. También es cierto lo de piensa mal y acertarás...
'Tele' sin complejos
-Ha trabajado en cine, teatro y televisión ¿Por qué consideran muchos actores que la televisión es un formato menos puro?
-Todo cambia. Hay que hacer buenas cosas, como en Estados Unidos, donde se hace una televisión casi mejor que el cine. Es cierto que hay complejos pero ¿por qué hacer televisión tiene que ser más tonto que hacer cine? Se deberían plantear proyectos buenos en todos los formatos. A eso deberíamos aspirar.
-¿Qué le parece la foto que se hizo un grupo de personajes de la cultura con Zapatero y la posterior bronca de Rajoy?
- Es desgraciado. La política no debería estar relacionada con la cultura. Los artistas deberían estar fuera del ojo de cualquier político, al margen de que cada cual tenga su propia ideología. Lo demás es una pérdida de tiempo. No puede ser que haya proyectos a la espera de saber quién gane las elecciones. Siempre debe haber ayudas a la creación, pero no se puede estar influido por un gobierno.
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