Bélgica aumenta la descentralización para aliviar su crisis institucional
Actualizado: GuardarLa insólita fórmula que Bélgica se dio para poner bajo sordina su crisis institucional –que el Gobierno saliente continuara en el poder, a pesar de no haber ganado las elecciones el pasado 10 de junio, y se negociara mientras tanto la reforma del Estado– comienza a dar sus frutos. En la madrugada de ayer, el ‘comité sabios’ –que representa a los grandes partidos de cada comunidad lingüística– comisionado para negociar esa reforma llegó tras una reunión que se prolongó durante doce horas a un primer acuerdo. Son cuestiones, las cerradas, ciertamente menores, pero permiten observar el horizonte con cierto optimismo.
Bélgica busca un nuevo equilibrio entre su Gobierno federal y las tres regiones –Flandes, Valonia y Bruselas– que componen su complejo sistema institucional. El objetivo es hacer convivir en armonía a los flamencos de lengua holandesa –60% de los 10,5 millones de belgas–, que reclaman más autonomía, y los francófonos –40%–, que quieren mantener un poder central fuerte.
El pacto de ayer establece la regionalización de una serie de competencias menores de las que es responsable el Gobierno federal, como son la legislación concerniente a rentas y leasing, movilidad, ciertos aspectos agrícolas aún no transferidos y la política socioeconómica y de precios.
Además, Bruselas ha visto satisfecha parcialmente su demanda de financiación adicional, con un compromiso del Estado central de librar 70 millones de euros para la red de transportes públicos de la capital, muy deficitaria. La cifra asignada está muy lejos de sus pretensiones, que se elevaban a 500 millones.
Pero el acuerdo compromete, asimismo, un calendario para la negociación de una segunda tanda de revisiones, las de mayor contenido, y que busca la comunidad flamenca: reforma del mercado laboral, de la sanidad pública, la política familiar y el funcionariado público civil.
Los presupuestos
Esta segunda fase de reformas debería haber sido articulada para el próximo julio. Flandes condiciona cualquier negociación presupuestaria para el conjunto del país hasta que los nuevos cambios hayan sido acordadas.
El pacto de la madrugada de ayer fue favorablemente acogido por la clase política, aunque los nacionalistas radicales flamencos coaligados con Leterme quieren leer los textos antes de pronunciarse. El Ejecutivo provisional de Guy Verhofstadt pasará formalmente los poderes a Yves Leterme, ganador de las elecciones, y su equipo, el próximo 20 de marzo. La coalición –imprescindible – de gobierno no está aún definida.