«Mi madre me dijo: 'Tranquilo que no te lo van a dar'»
Actualizado:«Tiene gracia que pase todo esto con un personaje que va matando gente por ahí con una máquina de matar vacas», pensaba divertido Javier Bardem el domingo por la noche, contemplando el pesado Oscar que acababa de plantar sobre la mesa por su papel en 'No es país para viejos'. Para Hollywood, que se ha rendido por su interpretación de uno de los psicópatas más impenetrables de la historia del cine, la sorpresa también estaba en ver derretirse a ese duro de media barba y belleza animal con el amor hacia su madre que parece llevar tatuado en el corazón. El filme de los Coen se convirtió con cuatro Oscar, entre ellos mejor película y director, en el triunfador de la noche.
Esa mujer de aspecto frágil en cuya fuerza interior dice apoyarse fue la que se sentó con él junto a Jack Nicholson, «flipada, no entendía nada», contó él; y la que le plantó el beso en los morros que la noche antes quisieron darle Dustin Hoffman, Julian Schnabel y muchos otros que no lo dijeron por los micrófonos. Pilar Bardem se había saltado la función del domingo en el teatro Infanta Isabel para coger un avión de madrugada y acompañar a su hijo menor en la noche más importante de su carrera.
«Mamá, esto es para ti. Esto es para tus abuelos, para tus padres, Rafael y Matilde. Esto es para los cómicos de España que han traído la dignidad y el orgullo a nuestro oficio. Esto es para España», le dedicó Bardem en castellano durante sus 45 segundos de gloria. El presentador Jon Stewart presumió entre risas de haber aprendido español en el colegio y tradujo: «Le ha dicho a su madre dónde queda la biblioteca». Al llegar al 'backstage', Bardem quiso que la prensa estadounidense oyera también «las cosas tan buenas que he dicho en español». «Dinos, cariño», le animó con ternura una veterana periodista, interesada en conocer las zozobras de la madre de la estrella.
La madre llegó a tiempo
«Mi madre me dijo que cuando tomase un avión y llegase aquí a tiempo me asegurara de que hubiera alguien en Inmigración para ayudarla a pasar, y esa ha sido su única preocupación. Sentada hoy con ella le he dicho: 'Mamá, estoy nervioso'. Y ella me ha contestado: '¿Por qué? No te lo van a dar, no te preocupes. Y si te lo dan, diviértete'. Así que dije, qué demonios. Mi madre ha estado trabajando durante casi 50 años. Conoce los altos y los bajos, la luz y el lado oscuro, es una gran compañera para tener a mi lado, siempre me calma, y sabe que el verdadero triunfo es tener un trabajo, luchar por él e intentar hacerlo cada vez lo mejor posible».
La matriarca de la saga Bardem había llegado «una hora antes, con un sueño de la hostia», cansada y con el tiempo justo «para ponerse el vestido y pintarse la pestaña», contó su hijo, que esa noche dijo tener un objetivo: «Yo quería hacer que mi madre llorase», confesó.
Quizás fue su presencia, o la del resto de los doce amigos que se trajo de España, la que le reconectó con su país. La víspera decía no sentirse embajador de España ni obligado a agitar banderas, pero sobre el escenario dedicó el premio a su país y horas después recibió a la prensa española, a la que había desairado el viernes dejando a la mitad fuera de una rueda de prensa. «Para que luego digáis que os trato mal», advirtió.
Entre esos amigos que venían a garantizarle la fiesta se encontraban el director de 'Los lunes al sol', Fernando León, y el actor Juan Carlos Vellido. Conseguirles entradas para una ceremonia que anteriormente ha resultado inflexible con estrellas y ministros fue lo más difícil de todo. «Ahí estaba histérico, atacado, pero gracias a Elyse Scherz (su poderosa agente estadounidense) hemos conseguido el milagro de que todos entrasen y tuvieran un sitio para sentarse».
Lloró con su hermano
Dice que no lloró, pero tras los bastidores, el diario 'USA Today' asegura haberle visto «fundido en un abrazo de oso» con un hombre bañado en lágrimas. «Ambos estaban llorando, susurrándose en español. Cuando el actor finalmente se apartó, señaló al otro hombre y dijo: 'Es mi hermano'». Carlos Bardem, seis años mayor, fue su otro acompañante, mientras que su hermana Mónica organizó una fiesta en Madrid, donde su triunfo supuso un alto en la campaña electoral. «Es que soy más guapo que Rajoy», bromeó.
Sobre la alfombra roja, «una experiencia surrealista y antinatural», había desfilado también Penélope Cruz enfundada en vestido negro con escote de palabra de honor, sin acercarse siquiera a los Bardem. La pareja busca la discreción, pero al final de la noche los paparazzis les fotografiaron juntos en un coche que abandonaba la fiesta del Club Villa, en West Hollywood, parada habitual de Paris Hilton y Britney Spears. Para entonces, habían dejado atrás los vestidos de fiesta y el esmoquin. Bardem se había enfundado una gorra y Penélope se había cambiado hasta los pendientes. Según el diario 'The New York Post', la fiesta había sido el regalo de la actriz. Antes habían pasado por la fiesta de 'No es país para viejos' en el hotel Chateau Marmont, donde a Bardem se le vio bailar los Rolling Stones como loco, mientras Penélope le presentaba famosos a su madre. La cadena Fox le auguraba hoy una buena resaca.
Bardem había prometido emborracharse, tras dejar fama en Hollywood de que había sido capaz de tumbar a George Clooney a fuerza de vino, según contaba el mismo Clooney, pero gracias a tanto entrenamiento ni siquiera se tambaleó al subir al coche que le recogió sobre las tres de la madrugada en Melrose Avenue. Esa noche no quería saber nada de coca-colas, y hasta se permitió fumar un cigarrillo en cuanto tuvo ocasión. «Yo sé que mi foniatra Rosana me va a matar por esto», dijo mostrando el pitillo a la cámara. «Rosana, te quiero mucho. Lo siento, pero es un día muy especial».