Moda manchega en Londres

Daniel Levy sonrió en su primera comparecencia en el remozado estadio de Wembley. El propietario del Tottenham Hotspurs, equipo del norte de Londres, orgulloso y envidioso de los éxitos de sus vecinos cañoneros (véase el Arsenal) tenía por fin un título. Sus chicos levantaban la Carling Cup (Copa de la Liga) gracias a un gol en la prórroga de un cojo llamado Jonathan Woodgate. Pero el artífice de todo es Juande Ramos. Levy le contrató en octubre para sustituir a Martin Jol, que había tocado fondo con una derrota ante el Getafe en la Copa de la UEFA. El equipo daba tumbos, sus jugadores estaban gordos y no metían un gol ni al arco iris. Era necesario un cambio y el empresario inglés soltó un montón de euros, se dice que unos 6 millones, para que el hierático manchego abandonara el sol sevillano por la capital del Reino Unido.

Sólo cuatro meses después, el técnico de Pedro Muñoz daba la primera alegría. Además, la Copa de la Liga sabe mejor porque por el camino cayeron el Arsenal (semifinal) y el Chelsea (final), los clubes londinenses más ricos que en los últimos años han hecho sombra a los spurs. El técnico milagro o El hombre tranquilo, como le llama la prensa inglesa, ha puesto orden en un vestuario dividido, desmotivado y poco trabajado. Además, fue muy listo. Suplió su pobre inglés con naturalidad (los jugadores hacen esfuerzos para no reírse) y con la contratación de Gustavo Poyet. El uruguayo estaba en el Leeds como ayudante y aceptó encantado volver al club, donde jugó varios cursos.

El Tottenham remontó el vuelo. El equipo comenzó a divertirse, a jugar por las bandas y a ganar.