Los palmeros
A lo mejor es porque no suben a la palma ni le dicen nada a la palmerita, pero la palabra palmero tiene en el acerbo popular- otra palabra horrorosa, acerbo y en cierta literatura, un tinte despectivo que, desde luego, deriva de otros tiempos. O eso, o de una partida de majaretas -posiblemente críticos- que no han conocido el trabajo sin jornada partida.
Actualizado:Los palmeros y cajistas de Jerez son martillos metidos en manteca, no hay quien pueda con ellos. Si usted ve desaparecer un tiempo a El Bo o a El Chícharo (por mentar dos de la vieja escuela) de la puerta del Arco de Santiago o El Boquerón de Plata no se preocupe lo mas mínimo. O están de viaje, o los han sumergido en puchero una temporadita. Ya les digo que no se preocupen, siempre vuelven porque sin ellos el cante pierde alivio, la fiesta pierde compás y Jerez se queda en la mitad.
Si hubiera, en una hipotética Universidad del Flamenco, una licenciatura de perito en palmas impartida por jerezanos (un poné, El Bo y El Chicharo) , a segundo curso no llegaba ni la décima parte, por lo menos, con vida para contarlo. No es difícil de explicar: al primer cambio de compás que te hagan estos dos, media clase se les ha ido llorando, pensando en estudiar astrofísica, exactas o alguna otra cosita más de andar por casa. Aluego está la pataíta; que siempre que uno lo intenta tiene la impresión de que la patada te la van a dar a tí en el culo por suicida y carajote.
Vamos a imaginar, otro poné, que para la siguiente asignatura se llevan a esos desventurados -no digo ya a una boda o un bautizo- a una fiestecita. Yo les aseguro que a la niña de Teletaxi le da un jamacuco repartiendo, de madrugada. extranjeros y nacionales por las distintas urgencias.
A esa mínima parte que supere, mal que bien, estos primeros apuntes, le aseguro que les queda una asignatura única y triple: esa que dice en letras bien grandes: TÚ QUIETO, CALLAO Y PARAO.