PROTAGONISTA. El toque de guitarra lo fue ayer en el Palacio de Villavicencio. / J. C. C.
Cultura

imaginación al poder

La técnica cordobesa de Niño Seve marca la diferencia ante un Lavis entregado pero sin fuelle

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La cercanía al artista gusta, y la provocación que se siente cuando las distancias entre uno y el artista son mínimas provoca una relación especial de sentimiento que no tiene precio. La proximidad del pequeño escenario de la sala habilitada para la realización de los conciertos del Palacio de Villavicencio entre estos, candilece la respuesta del que recibe el cante y llega adonde, de otra forma, se queda en vanales sonidos. Si a esto le sumamos que lo expresado llega sin aderezos técnicos ni filtros de ningún tipo, el éxito se puede prever garantizado. Siempre y cuando el argumento lo redacten guionistas que se merecen el puesto. El guión, para esta ocasión lo escriben Miguel Lavis, acompañado por Diego del Morao al toque, y por otro lado el cordobés Niño Seve a la guitarra. Nos podemos dar con un canto en los dientes ya que la huelga finalizó, y ahí estuvieron para dar muestra que su capacidad.

Abrió la tarde la sonanta del Niño Seve, por soleá. Toque distinguido donde los hay que resolvió de buenas maneras, con variopintas falsetas desarrolladas a través de numerosos picados entrelazados entre diversas notas de paso que dieron al estilo solemnidad y frescura. En las alegrías faltó fuelle, demasiada iniciativa a la hora de ejecutar pero el aire que se respira en la bahía no se coló por las ventanas de las sala, difíciles transportaciones acústicas de notas fueron los destaques de su argumento, más relacionado con las nuevas fronteras del toque que con el espíritu clásico que se deriva de un toque de esas características. Paso para una pieza flamenca gustosa , cadenciosa, lenta y con matices de balada flamenca fue la antesala de su despedida por bulerías en lo que vino a ser un recorrido interminable por el mastil dejando notas limpias y de calidad aunque sonaron poco flamencas a pesar de su técnica. Segunda manga a cargo del cantaor Miguel Lavis acompañado de uno de los sucesores de la hegemonía flamenca jerezana: Diego del Morao. Sello gitano se desprendió de su toque , magnifico, adecuado y cuidado que dejó libertad a Lavis para expresarse.

Previa de martinete para calentar motores a la que sucedieron malagueñas, soleá por bulerías y seguiriya para acabar por bulerías de la tierra.

Un cantaor quizás algo falto en los altos donde se quejaba pero no llegaba a los lugares que le pedían cada cante fue la nota más presente del cantaor, que gracias a su compañero de fatigas de la saga de los Morao salió soliviantado en cada tercio. Poca presencia de público para una doble sesión en la que se precisó el cariño del público para sentir el flamenco como nos merecemos.